sábado, 8 de abril de 2023

Mirando escaparates

Mirando escaparates

Mirando escaparates por las calles repletas de gente, algunas sí entraban en las tiendas, pero la mayoría formaba parte de la gran masa deambulante, masa colorida, de todos los colores de piel y  de vestimenta y, si no fuera por la gran avalancha de gente y amontonada, parecería una gran pasarela donde cada cual presenta su modelo.

Curiosamente, en un escaparate, haciendo esquina, con las paredes de cristal, ahí estaba yo, como una especie de mono de feria, todo el mundo amontonado en los cristales, mientras hacía yo mi vida normal, llenándome de mentiras con la televisión, tragándome todas las noticias de la prensa.

De mí salían unos hilos, cual marioneta de feria, y una mano solitaria desde las alturas que me inba moviendo, si decían que tenía que chillar, chillaba, si moverme por las calles ahí estaba moviéndome, si quieto escuchando o viendo un partido de fútbol, ahí inmóvil, bueno, no tanto, la nevera con la caja de cerveza al lado o con lo que haga falta para hacerme un combinado a mi gusto mientras se me está comiendo el coco inconscientemente, al tiempo que mis movimientos son controlados por los hilos que esa mano secreta, desconocida, enfundada en un guante negro que difumina su visión a través del escaparate. Se ve al borracho, tras ver el partido, las noticias, o simplemente una sesión del Parlamento, como deambula por el salón, siempre guiado, incluso se le ve abrazándose por las farolas para aguantarse tras la gran ingesta de alcohol y de otros estupefacientes no autorizados.

Se ve a esa persona, yo la veo como si fuera yo, pero cada uno la ve como si fuera ella misma, se da cuenta de que vive manipulada en todos los sentidos, desde que detecta mentiras hasta cuando se piensa que sabe la verdad y que esa es su gran razón, ahí está viendo, aunque le cueste creer la gran mentira en que está viviendo. Esclavo de tantos complejos que desde niño le han ido inculcando, de mayor se los han reforzado y cuando se da cuenta de todo, se ve, como ese anciano ya caduco, con los huesos gastados, los órganos estropeados, una piltrafa que sigue viviendo drogado por medicamentos, gran ganancia de las farmacéuticas, medicamentos que sabe que no le van a curar nada, pero que si deja de tomarlos todo deja de funcionar correctamente yendo corriendo al médico.

También ve la decadencia, si la visa ya le dio muchos palos, ahora los palos son de otra forma, anciano, enfermo, la pensión no le basta para lo más básico, los gobiernos quieren eliminarlo porque dicen que son un gasto, esto sin contar que en su momento, con las maniobras de los grandes bancos y otras circunstancias subyacentes perdió todo lo que tenía, desde la familia hasta todo lo que había conseguido durante todos sus años de duro trabajo pensando que así tendría para una vejez digna y poder disfrutar de lo que no pudo en sus años de la engañada libertad que, ahora se dio cuenta, que era una gran esclavitud.

Giré la cabeza del escaparate, pensativo, seguí la mareá de modelos y modelitos que deambulaban sin rumbo, con los ojos viendo un mundo que comprar, los bolsillos vacíos y tras verse en el escaparate de si mismos, un millón de preguntas sin respuesta, bueno sí, uno se da cuenta del gran engaño en que ha vivido...

Ya, en una habitación alquilada, que al pagar la cuota mensual se lleva toda la pensión, uno va sobreviviendo, intentando llevar una vida tranquila, sin sobresaltos. Pero resulta ser una misión imposible, siempre hay algo que le jode a uno el día, aunque al final, bien sea por la simple impotencia de poder evitar todo esto, ya pasa de todo, intentando seguir viviendo su día a día...

Toni Oliver

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