viernes, 31 de marzo de 2023

Solté mis dedos

Solté mis dedos

Solté mis dedos inconscientes con su locura, la pluma cargada, el papel en blanco, el cerebro apagado y la mente ausente.

Se pusieron a jugar los duendes de la tinta, las hadas de los poemas indefinidos, las musas de cachondeo con unos y otros, los dedos temblorosos, soltando gotas de tinta en forma de letras , formando palabras, frases, versos, todos inconexos.

Se escuchó el trinar de los pájaros, bajo la luz naciente del sol, empezaba a calentar su plumaje, coloridos colores resaltados baso esa luz, la libido amorosa en esas calenturas primaverales, el cortejo para el apareamiento, sus cánticos, hicieron que las letras y palabras inconexas, inentendibles, sin sentido, se juntaran de forma legible, ahora ya formando sus notas con el buen sonar de las palabras, enamorándose entre versos, entre las notas de los trinos, la armonía de los escritos, a veces sin entender lo plasmado, el corazón, el cerebro, rara vez de acuerdo, entienden algo que no está en el papel, pero se siente con el alma, algo jamás expresado ni escuchado por el oído humano, eso que cuando lees, escuchas, te traslada a esos mundo no descritos, donde se funde la realidad con la fantasía, incluso con los sueños inexistentes, jamás recordados, pero que afloran con el danzar de las palabras.

Se siente uno como en una nube mágica, cargada de energía, esa neblina que te nubla la vista, pero te abre el corazón, el alma, el sentir de la vida, ese que no está en los escritos, en las escuelas, de los que nadie habla, cuales misterios indefinidos, de los que nada se dice, miedo al intentar descifrarlos, pero no, con la melodía de los versos, su música, el concierto de su conjunto fluyes como el agua del río, siguiendo su curso, recorriendo mundos desconocidos jamás imaginados, hasta entrar el el mar de tus infinitos pensamientos, esos mundos recónditos e ignotos, ahora simplemente sentidos con los sentidos inexplorados del alma.

Y ahí, los dedos inconscientes, intentando seguir explicando lo inexplicable para que el resto de los mortales sean capaces de entender lo que no se entiende, pero se pierden entre los infinitos, lo que no está marcado en los escritos por lo que no encuentras palabras que puedan definir tales eventos que transcurren en nuestras mentes. Ya guardadas en secreto para que no vengan los muy letrados a jodernos los pensamientos ni esos sentires que no les explicamos, ni la locura, según ellos, que nos ataca por momentos.

Deciden esos dedos, ya cansados de vanas explicaciones, tomarse un descanso en las profundidades de las ignotas cavernas, esas oscuras, pero a la vez luminosas, donde la claridad permanece, aun dentro de la oscuridad permanente, donde aparece la verdad entre las mentiras no perennes y que ciegan nuestro mundo, enterrándolo en el mundo de las tinieblas, donde ya las luces son inexistentes.

Toni Oliver

¿Dónde están?

¿Dónde están?

¿Dónde están?
Esos niños que corrían
saltaban, brincaban
la pelota se disputaban
de cualquier cosa un juego hacían
de barro hacían una canicas
al sol secadas, aunque se destrozaran
aquellas pelotas hechas de gomas agujereadas
de la vieja bicicleta ahora reparada.

Aquella ropa remendada
sin etiquetas ni nada que las identificara
que se cosían y cosían
parches y más parches se hacían
hasta que un día de fiesta, si se podía
una muda nueva llegaba
o aquellos zapatos de suela gastada
que el zapatero remendaba
de trozos de goma de coche abandonada.

Aquellos papeles de periódico
que las compras envolvían
un canuto de papel que para todo servía
para las lentejas, los garbanzos, las alubias
el arroz, la pasta, los cacahuetes, las pipas
incluso los caramelos cuando se podía
para los huevos ibas con las hueveras
para la leche con la lechera
de los yogures los envases devolvías
o las botellas cambiándola por una llena.

Quien no llevaba su cesta
a la hora de hacer la compra
para llevar se el bocata
con la aceitera, la sal, lo que hiciera falta
o esa fiambrera que al trabajo llevabas
con las sobras de la cena pasada
el botijo con el agua fresca
los más osados con una copa de cazalla...

¿Dónde están esos niños?
Que a comprar mandabas
corriendo, veloz de casa salía
sin preocuparse por esa pequeña pantalla...

Toni Oliver