viernes, 25 de marzo de 2022

Mientras la vela arde

Mientras la vela arde

Mientras la vela arde
para el tiempo inexorablemente
a la vida comparándose
hasta que se apague.

Unas veces
el viento, las tormentas
hace que la llama tambalee
consumiendo más cera que la que arde.

Otras la vela se rompe
aunque no se apague
pero también sirve
para encender las dos partes.

Y al final
mil motivos veraces
se apaga por la tormenta que sopla
o porque ya más cera no queda.

Dejemos la vela encendida 
como ejemplo de esperanza
que la maldad desaparezca
el amor gane a la batalla y la guerra.

Toni Oliver



Érase una vez

Érase una vez

Érase una vez
en plena selva salvaje
los leones y las hienas
el reinado se disputaban.

Después de charlas y mentiras
entre falsa seriedad y falsas sonrisas
eligieron a los leones
para que reinara en la selva “maldita”.

Descontentas las hienas
sus mentes maquiabélicas
organizaron un plan 
acoso y derribo, el precio da igual.

Muchos intentos fallidos
la paciencia no ha de faltar
la selva decidieron quemad
y a los leones culpar.

Gritando contra los leones
que la selva fueron a incendiar
testigos ellas de que los vieron
lanzando fuego sin parar.

Se proclamaron Reyes sin votos
como grandes salvadores
dioses benévolos...
Los colmillos bajo las máscaras.

Como muy mal estaba la selva
sacrificios pidieron para empezar
no pararon los cadáveres de llegar
para sus fauces alimentar.

Se olvidaron de los animales
de carroña se alimentaban
el resto de nada se enteraba
de rodillas las loaban.

Curiosos los recursos
cuanto menos esperas se acaban
tus mentiras hacia ti retornan
no entienden porque se rebelan ante esa nada.

Toni Oliver

Es tanta la algarabía

Es tanta la algarabía 

Es tanta la algarabía 
entre el graznido de los cuervos
la mirada de los buitres silentes
las estruendosas risas de las hienas
junto con el rebuznar de los burros
mientras te ponen la mortaja
que de la realidad no te enteras de nada.

Cuando llega el silencio 
de tu cuerpo ya ni los huesos
ni tan siquiera el recuerdo
aniquilaron los sentimientos
de la humanidad silenciada
mientras la algarabía los oídos taponaba
así los carroñeros campaban a sus anchas.

Sólo queda en la memoria cármica
un recuerdo de la ceguera
el silencio y la sordera
de quienes taparon sus ojos
sus oídos y callaron
las injusticias eternas que se están cometiendo
con el beneplácito de la inactividad.

Quizás, esperando que se hartaran
los buitres, los cuervos, las hienas
lo que llevan en su sangre y sus genes
de carroña alimentarse
sin importar el sufrimiento
de su principal plato perverso
la empatía en sus genes no pusieron.

Toni Oliver