miércoles, 16 de noviembre de 2022

De pronto

De pronto

De pronto, se fue desvaneciendo el suelo bajo mis pies, ya cansados de caminar, sin fuerzas para buscar donde agarrarme para sujetarme y evitar esa caída al vacío sin remisión. 
Miraba abajo, todo oscuro, arriba, una luz lejana cada vez más débil, a los lados, se movía todo alrededor como en una gran espiral, de momentos parecía que caía, luego que subía, convirtiéndose en una espiral infinita, subías, bajabas, pero no levitabas, eran como caídas hacia abajo y caídas en subida, la lógica no funcionaba, la ley de la gravedad sólo para darte la sensación vertiginosa de caída hacia el infinito, que se volvía finita al empezar la infinita vuelta a la subida, convertida en ida y vuelta, pero sin encontrar el suelo donde apoyarte.
El corazón, sin fuerzas para latir, tampoco para pararse, buscando un momento de serenidad para reorganizar sus latidos, arrítmicos por el momento. Seguía con su incerteza, sin decisión en lo qué hacer, pues no se decidía ante los cambios a que se sometía.
El cerebro, ya loco por completo, intentando abandonar la sensación de vértigo, de miedo ante la impotencia, así entrar en el disfrute de ese incierto viaje a ninguna parte, donde se sube y se baja sin saber en que estado uno se encuentra.
Decidí cerrar los ojos, abandonándome y centrándome en el sentir del viaje, olvidándome si subo o bajo o, simplemente, si voy a alguna parte. No tiene sentido luchar contra la marea cuando esta te arrastra, es mejor esperar a que te arrastren las olas hacia la orilla y aprovechar las fuerzas en ese momento para conseguir algún avance. Eso no lo he aprendido de ningún libro, lo aprendí del mismo mar que me lo enseño al entrar en una corriente que me arrastraba, fue fácil entender que luchar contra la marea es una lucha inútil.
Sin saber en que espacio de tiempo, pues era inexistente, fui lanzado fuera de esa espiral de fuerza vertiginosa hacia ninguna parte, apareciendo en caída libre sobre las sábanas, momento en que abrí los ojos, todo sudado, el corazón acelerado, seguramente hasta con arritmia, pues a esa velocidad con la que bombeaba es imposible mantener el ritmo constante.
Respiré profundamente, todo fue una horrible pesadilla. Esta fue un sueño, pero muchas en la propia vida se le parecen, sólo cambian los escenarios.

Toni Oliver