martes, 20 de junio de 2023

Me asomé al balcón

Me asomé al balcón

Me asomé al balcón
ardía la brisa
ardía la barandilla
las plantas “espachurrías”
en el horizonte bruma
en mi cuerpo el sudor corría
mientras las cejas se achicharraban
el pelo no, porque de él carecía
el sol ni asomaba
la humedad subía
mi cuerpo se cocía
a fuego lento, como Dios manda.

Pensaba dar una vuelta
y me la he dado cerrando la puerta
no sea que ardan hasta las ideas
voy al frigorífico a por agua fresca
a ver si se enfría mi garganta
por ahora carraspea 
por el aire que la acaricia 
como si una soga le hiciera la fiesta...

Los pájaros bajan en picado como una avioneta
“achuchurrios” entre las invisibles llamas
hasta las vista se les nubla
aterrizan, como en la película
“aterriza como puedas”
sobre los coches, de aguafiestas
sobre los blancos “fiesta negra”
sobre los negros “blanca fiesta”...

Un sorbo, que alegría
esa agua fresca por la garganta
témpanos de hielo la acarician
un masaje para la calma
los poros se sueltan
como fuentes de agua salada
mojando todo lo que tocan
pidiendo más agua fresca.

Toni Oliver

Deshumanizados

Deshumanizados

Deshumanizados
así andamos, como en plena guerra
meros robots de carne y hueso
trabajando en equipo
sintiéndonos aislados.

Fallece el compañero 
al suelo se cae sin remedio
lo miramos, nada hacemos
ahí lo dejamos, sin sentimientos
se pisa si hay que pisarlo.

En qué nos hemos convertido
si ya no tenemos sentimientos
al que cae no lo levantamos
simplemente lo abandonamos
como si nunca hubiera existido.

Nos llamamos humanos
somos simples perros de metal 
comiéndonos los unos a los otros
viendo como la sangre corre por los suelos
no nos pestañea ni un simple ojo.

Dicen que somos compañeros
no somos capaces de darnos una mano
que jodido el vil dinero
el santo Dios de la mentira y el engaño
encima lo loamos y amamos.

Podría seguir con ese desaguisado
pero se me enciende el alma, esa que ya no tengo
al ver en lo que nos hemos convertido 
en meros objetos sin corazón
no tampoco cerebro.

Toni Oliver

¡Qué maravilla!

¡Qué maravilla!

¡Qué maravilla!
Al abrir lo ojos por la mañana
sentir que arde la brisa
tu cuerpo entre las flamas
de un verano recién estrenado
niño juguetón con juguetes nuevos
en sus manos un lanzallamas
que calienta mi mente y nuestros cuerpos.

Se ven desde el suelo
invisibles llamas, como de plasma
elevándose a los cielos
formando las curvas de tu cuerpo
bellas, siempre bellas
armónicas, como si de música se tratara
suenan las notas para la vista
como si estuviera borracha.

De pronto, danzan y danzan
en un escenario invisible 
como esas nubes caprichosas
que se separan de la masa
cada uno por su lado
donde el corazón, ese loco, lleve
no importa el rumbo ni el destino
el cuerpo locamente se mueve.

Ahora, yo, mi mente danzando
mis ojos admirando ese cuerpos
hasta que las chiribitas los van cegando
imaginando, quien sabe qué, están majaras
o dándose una vuelta por los fuegos del infierno
tal vez por ese falso cielo
o en la caverna de las fantasías 
o la otra, la de los deseos.

Toni Oliver