domingo, 14 de enero de 2018

Divagaciones políticas a cualquier hora del día o de la noche. 14/01/2018



Divagaciones políticas a cualquier hora del día o de la noche. 14/01/2018

Érase una vez que se era un país donde dictador gobernaba a golpe de maza y espada eliminando a todo aquel que en su camino se cruzaba y sus ideas no palmeaba.

Se acercaba al medio siglo de mandato, sus adversarios en las cunetas habían acabado regando con su sangre las malas hierbas de sus caminos anexados.

Llegó la Parca ya un tanto asqueada, tanto trabajo aportado ya no deseaba y a ningún lado llevó su alma, el infierno dejado era peor que el de los curas predicado y al cielo no lo dejan entrar ni aún estando borrachos, por muchos rezos que recen sus aliados de sotana.

Toda su corte preocupada, harto el pueblo estaba, se inventaron una falsa democracia y la vendieron como la panacea de todos los males a un pueblo de mente cerrada, de cerrarla ya se encargó ese al cual enterraban.

Camparon a sus anchas, jugando a una de cal y otra de arena, algunos años pasaron y el pueblo se creyó su falsa democracia sin darse cuenta de la gran falacia. Los grandes cimientos de la desgracia se estaban asentando, pues los que antes gobernaban, sin que el pueblo se enterara seguían gobernando.

Sobre esos cimientos sembraron su reino, todo lo del pueblo entre ellos se repartieron, el pueblo ni se enteraba... Poco a poco cuenta se iba dando, derechos se les iban quitando, poco a poco, no fuera que se enteraran.

Despertaban algunos avispados, alborotadores se volvieron, volvieron como antaño las carreras y los palos, como antaño, y también como antaño, fueron encarcelados, o bien multados con multas desproporcionadas, así la boca acallaban.

Como en la antigua Roma, “pan y circo para el pueblo”, para eso las pantallas, todo medio por el que se informaba, donde el tonto del pueblo como gran artista tornaba, el pueblo con la boca abierta lo ovalaba sin enterarse que su mente era lavada.

Llegó la gran desgracia, el pueblo ya no piensa, ya no habla, hundido en la miseria, ya sin nada, ni siquiera se levanta, quien ose, la cabeza le aplastan, no sea que contagie a los que tienen la cabeza lavada y piensen alguna vez, cosa que ya no pasaba.

Por cierto, ya los mangantes desgobernantes del pan ni se acordaban, absortos en su gran obra, una España esclavizada.


Toni Oliver