jueves, 21 de diciembre de 2023

Agachó la cabeza

Agacho la cabeza

Agachó la cabeza
su pelo, largo, sedoso, rizado
cubría su desnuda alma 
tapando todo su cuerpo.

Silente se respiraba el aire 
entre la espera que desespera
su pelo, ahora quieto
esperando que el aire lo moviera.

Se rompió el silencio
se escuchó esa voz melódica
se iba llenando el teatro
de sus voz, sus notas.

Voz que entraba en los oídos
mientras por los ojos su belleza
sin verlas se veían como mariposas
volaban intrépidas.

Se extremecieron los cuerpos
vibrando en alta frecuencia
como la luz que vibra y te eleva
ahora sus nostas angelicales...

Vibraban en resonancia
con las bellas almas
que por la sala pululaban
también en el aire se elevaban.

Vuelo angelical
la mente con las mariposas
el pelo inexistente de los calvos
y las melenas airosas.

Todo un espectáculo
de noche, entre hadas
ilusión y algún fantasma
como cual orco en la selva mágica....

Toni Oliver

En la imagen Nermin Goenenc



Tras los ventanales

Tras los ventanales

Tras los ventanales
tu silueta, perfecta
el árbol con sus luces azules
parpadeantes como las estrellas.

Tu silueta, desnuda en lo oscuro
tus ojos brillan tras tu pelo
al moverse éste con la brisa
de tus ojos saca el parpadeo.

Siguiendo tus líneas
esas curvas perfectas
con salientes imaginarios
como picos en las crestas.

En las laderas
ondean tus líneas
ondulantes como las olas
aprecio una sirena.

Sentada sobre una roca
bajo el reflejo dorado
que la luna ilumina 
el sonido de las olas cuando respiras.

El corazón de rebela
con la revelación de tu presencia
se acelera, se acelera
ya sin ritmo, se altera.

Mis ojos, ya ciegos
ya no ven ni las estrellas
sólo esta silueta
una bella sirena.

Toni Oliver

Pululando por las calles

Pululando por las calles

Pululando por las calles
sin rumbo ni destino
la luz tenue de las farolas
iluminaba mis lentos pasos
silentes sobre el suelo
de adoquines pulidos.

La humedad que cae
del rocío nocturno
las abrillanta, reflejan
la peligrosidad de esa invisible selva
en la oscuridad sus rugidos
en el cerebro se graban.

Las luces se van apagando
los pies ya no ven donde pisan
inestables se van deslizando
como un barquito de papel hecho con cariño
sobre las aguas frías del río
perdiéndose en la invisibilidad de las sombras.

El silencio de todo se apodera 
ni las invisibles sombras se acercan
sólo el brillo de algunos ojos
de los gatos nocturnos
también silentes
en busca de refugio.

De fondo, en un instante imprevisto
golpes metálicos sin ritmo aparente
algún chillido de placer o dolor
a entenderlo no atino
siguen los golpes metálicos
fuerte silencio, tal como el ruido vino.

Sigo mis pasos
el suelo, ya bastante húmedo
los pies no saben donde pisan
las farolas ya en el olvido
ni tan siquiera las estrellas
me dan un triste respiro.

Toni Oliver