Doña Oscura Dama de la Mancha
En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, cabalgaba una hidalga Dama, de amazona vestida denominada la Oscura Dama la que todo arrasa, acompañada de su escudero y desnudo esclavo llamado el Empalmado, cargado y encadenado.
En el horizonte vislumbraban gigantes de cuatro brazos aspaveando (de pavo, sino no tiene gracia) al viento, luchando sin tregua contra seres diminutos que a ellos se acercaban.
¡Empalmado, vamos a luchar contra esos gigantes malvados que aporreando a nuestros esclavos los están esquilmando! Dijo la Oscura Dama a su esclavo y escudero Empalmado.
Cabalgando a todo galope la Oscura Dama a lomos del su blanco caballo Rocinante llamado emprendió su feroz ataque contra los malvados gigantes mientras su escudero y esclavo, todo desnudo y cargado con cadenas encadenado, corriendo como fuera con la carga y el pendejo, como badajo de campana de un lado a otro golpeando. Siete palmos de lengua arrastrando, casi por los suelos limpiando, cada vez que la cabeza levantaba veía como su Oscura Dama más y más se alejaba.
Casi perdida de vista El empalmado a su Dama Oscura tenía, al tiempo que allá en la lejanía en uno de los brazos del gigante la divisó, viendo para su desgracia como el vuelo hacia el suelo emprendía.
Aún sin poder, Empalmado su marcha con más fuerza emprendió en busca de su Oscura Dama, regando con sus sudores esas tierras de la Mancha.
¡Mi Señora, tiempo no me dio, decirle quería que gigantes no son, sino molinos de viento donde moler el trigo para el pan de hoy!
Indignada la Oscura Dama con las palabras de Empalmado y con las fuerzas que le quedaban sendos fustazos en sus carnes le arreó sin argumentar palabra... ¡Señora, que el caballo no soy, que soy Empalmado! ¿no me reconoce vuestra merced?
Vamos Empalmado, déjate de palabrerías y llévame a la hostería que curar mis heridas debo para volver....
Toni Oliver
Y que me perdone Don Miguel de Cervantes por mi burda versión.
