viernes, 27 de marzo de 2020

La ciudad

La  ciudad

Al entrar a la ciudad me encontré con un desierto de asfalto y hormigón, todas las calles vacías, como en un momento de un bombardeo donde cada cual está en su refugio esperando el silencio de las bombas.

Todas las puertas cerradas, alguna ventana abierta sonde se vislumbraban los visillos semitransparentes, el ladrido de un perro me hizo girar la cabeza, las palomas salieron volando de una terraza, no había sillas, ni mesas, sólo pájaros hambrientos, en el suelo ni tan siquiera unas migajas de pan.

¿Dónde estaba la gente? No se veía ningún humano, calles y balcones solitarios, lo que antes eran bares, restaurantes, tiendas todo lleno del bullicio del ir y venir de las gentes, todo estaba reducido a la simple nada.

Ni los mendigos o la gente sin techo, ni tan siquiera perros, ni gatos, sólo aves de todo tipo, se podían escuchar sus cantos provenientes de los pocos árboles que habían quedado, estos conservaban todo su verdor, otros estaban floreciendo, calles enteras donde el azul lila adornaba los lados, por los suelos, los pétalos que con la brisa iban cayendo y planeando en su vuelo hasta llegar al suelo.

El cielo más azul que nunca, si bien algunas nubes estiradas se deshilachaban como el algodón formando raras figuras, la mente les va dando forma y parecidos, personas, animales, una gran águila parece que está volando sobre la cabeza de un enorme perro que se  va deformando tal como se va desplazando...

Toni Oliver