viernes, 19 de agosto de 2022

Andaba el tren

Andaba el tren

Andaba el tren, con su ritmo cansino, su interminable música al pasar por la separación de raíles, monótono el paisaje, parece que el tiempo se ha parado en medio de la nada donde apenas se nota el paso del viento ni alguna hoja que se mueva, notas el movimiento de ese tren, pero afuera nada cambia, ni tan siquiera las nubes, ausentes dese que se conoció su existencia, conocida en los libros, mas no en esos parajes.

Lo único que dio algo de alegría fue al atardecer, al ver como el sol se acostaba debajo de esas interminables arenas, llegando rápidamente la noche oscura, tanto que ni las lámparas del tren conseguían romperla.

Olvidé la ventana por unos instantes, quizás horas, al abrir los ojos, vi una especie de sombras chinescas moviéndose tras las ventanas. Dos corazones con sus arterias cortadas largas, usadas como brazos, se veía como latían incesantemente persiguiéndose el uno al otro, se acercaban, sus brazos empezaban a hacer aspavientos, peleas incansables, mientras se aceleraban los latidos en cada movimiento. 

Al rato, se daban la vuelta, se separaban, volviendo al ritmo normal sus latidos, yendo cada uno por su lado.

Sin saber como, volvían las sombras a perseguirse, corriendo cada vez más fuerte, se paraba una, se paraba la otra, se miraban, volvían a la carrera alejándose.

Sale la luna, aumentando el relieve de los corazones, uno de ellos se para, mientras la mira sin parpadeo alguno. De pronto, se acerca el otro, despacito, lo abraza por detrás con suavidad, ternura, ambos se quedaron así por un buen rato, mirando esa bella luna que les iluminaba. Cambiaron de postura, mientras se miraban de cara, de las arterías salían algunas lágrimas que el suelo iban inundando, cada vez más y más. Tanto que subía el nivel por los cristales de las ventanas del tren, perdiéndose los corazones y la luna, esta última más despacio, pues su reflejo se notaba desde abajo todo ya difuso.

Entra el sol por la ventana, rayos entre cortados entre los árboles del bosque por un lado, en el otro, un hermoso lago azul, donde saltaban los peces a nuestro paso.

Volvimos a la cansina música, el traqueteo interminable con su correspondiente balanceo, un paisaje muy bello, mientras me preguntaba que había pasado a aquellos corazones...

Toni Oliver