domingo, 4 de octubre de 2015

Surca el velero los mares

Surca el velero los mares

Surca el velero los mares
rumbo a la plateada y brillante luna,
luna emergente de las profundidades
iluminando el rumbo de los marinos
que su vida juegan cruzando esas aguas,
tranquilas a veces, otras...
las olas se levantan como grandes montañas andantes
donde las humanas fuerzas se merman
 hasta que los cuerpos
por los suelos de las cubiertas van arrastrándose.

De la nada fuerzas salen
capeando los temporales,
vienen las calmas aguas reanimando
los derrotados cuerpos que su vida juegan
segundo a segundo en el desierto marino
donde el cuerpo y la mente se unen
para salir adelante sin sucumbir
en las fauces de Neptuno
con su ejército de sirenas que rondan las aguas nocturnas
y las mentes enfermas por la soledad,
el sol y la mar salada resecando la piel,
dejándola cuarteada,
curtida por cien mil batallas.

Toni Oliver

Se subió al árbol la niña

Se subió al árbol la niña

Se subió al árbol la niña
que tanto ya no era
mas su mente como tal sentía
su cuerpo a todos lados le seguía.

Por las ramas trepaba
como los monos por ellas saltaba
la alegría siempre le hacía compañía
tanto de noche como en cualquier día.

De los árboles pasó al cielo
saltando entre las ramas de las nubes
de algodón desilachadas
por los cielos ella navegaba.

Se enamoró el sol de su belleza
de la alegría que irradiaba
de la sonrisa instalada en su cara
de toda ella, la niña que saltaba.

Soltaba el sol flamas de alegría
iluminando su piel blanca
poco a poco se ponía colorada
todo su cuerpo ante el sol estaba
mostrando esa belleza
que sólo ella portaba.

Celosa se ponía la luna
a ella también le gustaba
destrozarla no podía
también la amaba
por las noches la iluminaba
con su luz la contemplaba.

Alcanzarla con sus manos no podía
con su luz la acariciaba
poco a poco su piel se erizaba
lágrimas de felicidad caían en cascada
de esos ojos de esa niña enamorada
del sol y la luna
de la vida y su locura
su alegría todo lo iluminaba.

Toni Oliver