Gobernantes, poltronas y demás
acomodados.
Es curioso de ver como las personas,
que se pasan un montón de tiempo defendiendo ideas en un partido, y
no me refiero a alguno concreto pues en todos los que conozco pasa lo
mismo en mayor o menor medida, intentan subir escalafones dentro del
mismo partido y cuando consiguen un cargo más o menos importante y
que, además, contiene sueldo o manejo de poder, se aferran en tal
forma a sus poltronas que son capaces de cualquier cosa con tal de no
perderla.
Es curioso que llegados a este punto ya
importa más el mantener la posición que los valores que antes
defendía con tanto ahínco.
Es curioso que hasta llegan a tener el
síndrome de Adonis donde se piensan que son los mejores y que todo
el mundo les adora.
Es curioso como llegan a pensarse
todopoderosos, Dioses, que su palabra es la verdad absoluta.
Es curioso que nunca se dan cuenta que
con sus actitudes están tirando por los suelos todo lo conseguido
cuando luchaba por unos ideales.
Es curioso que estos ideales se
conviertan en depredadores de todo y contra todo con tal de no perder
la silla y, si es posible, coger una más alta con más poder.
Es curioso que si por lo que sea
pierden una de las poltronas se siguen pensando que son
imprescindibles y que siguen con la verdad absoluta y solo la suya es
la buena.
Es curioso como cuando antes pensaban
que las bases eran muy importantes, mucho más que los que estaban
arriba han dejado de tener valor y han pasado a ser meros borregos
paganos.
Es curioso que cuando se intenta poner
un sistema de removerlos de sus poltronas por parte de las bases
carguen contra ellas menospreciándolas.
Y lo más curioso, una vez arriba les
importa un bledo el partido y los ciudadanos, solo su poltrona, su
sueldo y, en ocasiones, el negocio que con ello hace.
Todo esto extensible a sindicatos y
patronales.