Andando sobre mi caballo de hierro
sobre el negro y duro asfalto
que recubre el sendero
atravesé el túnel del tiempo
caminando sobre un adoquinado
de piedras redondeadas
colocadas de formas diversas.
En las calles van cayendo las hojas
planeando accionadas por el frío viento
entre nubes y rayos de sol
van pintando un cuadro, cual pintor
decorando su lienzo.
Siéntome como un afortunado intruso
de esa obra formando parte
pisando el suelo con miedo
de estropear la pintura a mi paso.
Adornan las flores esas calles
sintiéndome mariposa volando
de flor en flor su néctar chupando
revolcándome en el polen entre sus pétalos.
Entre margaritas y rosas
otras flores que acompañan
paseando entre las casas
donde el pasar del tiempo
las conserva intactas.
Vuela mi mente en ese mundo
de un cercano pasado
donde el rugir de los coches
era el relinchar de los caballos
tirando de los carros
viniendo de sus tareas del campo.
En sus cocheras, las antiguas herramientas
en manos de los obreros artesanos
nuevas ideas creando con sus manos
arreglando los utensilios estropeados.
Las gallina, los perros, los gatos
paseando por todos lados
dando vida a este cuadro
que nos enseña la vida de antaño.
En el patio decorado de amarillas hojas
que el otoño poco a poso va posando
una mesa de piedra en el centro
rodeada de hermosos bancos
de piedra para estar sentados.
Reuniones de sabios
de aprendices de todo
de chistosos y de osados
en las noches de verano
vaso de vino en mano
contando las aventuras de otro pasado
las del abuelo, las del invitado
las del transeúnte que por un poco de agua se ha parado
contando las nuevas de los vecinos de al lado.
Unos hablando de las cosechas
otros del buen vino que saldrá este año
madura la uva a buen paso
dentro de poco será pisada
con los pies descalzos
sacando ese zumo
que en poco será fermentado.
Siguen cayendo las hojas del otoño
planeando de uno a otro lado
al son del viento tras el verano
posándose sobre este lienzo
para terminar este vivo cuadro.
