lunes, 24 de abril de 2023

Entre libros, cuerdas y velas

Entre libros, cuerdas y velas

Entre libros, cuerdas y velas
un ataúd en forma de chinchorro
de libros formados
las cuerdas aguantando las velas
las primeras en mis manos
capitaneando mi velero
sí, mi velero, no ataúd ni chinchorro
con si palo escribiendo versos
sobre las olas del mar.
Tampoco soy Don Miguel de Cervantes
que sobre las olas escribía
si las bombas, los disparos, las espadas
hasta las tormentas le dejaban
para que la tinta no se le derramara
sus versos entre piratas
que Don Quijote todavía no asomaba.

No, a tanto no llego
sólo a poeta que no conocen ni en su casa
pero con el palo del velero
la tinta de mis sentimientos
escribo los versos sobre las olas
convirtiendo las musas en sirenas
mi corcel en caballito de mar 
los elefantes en ballenas
invitando a Neptuno a pasear...

Ambos, sobre los caballitos
escoltados por el ejército de delfines
merodeando los tiburones
conociendo las profundidades de su Reino
ese tan desconocido, lejos de los humanos ojos
pues sería un gran desconcierto.

Me comenta Neptuno
gran conocido de antaño
si soy escritor
a lo que le contesto
escribir escribo
no soy yo quien juzgo la talla que doy
quien me lee es quien decido
si soy o no escritor.

Me guiña un ojo una sirena
me dice Neptuno con la cabeza que la siga...
Allá voy... ¡Hasta luego!

Toni Oliver

Aún cayendo al abismo

Aún cayendo al abismo

Aún cayendo al abismo
hagámoslo con clase
que se joda el destino
da igual si la baba se me cae
si no te enseño mi miedo
no dejo que se regodee
mientras yo si lo hago
milésimas de segundo pasaren
una vida para apreciarlos
que esa película no pare
que yo sigo avanzando
quizás como los pájaros vuele
para que no me veas estrellado.

Y ahora, aunque la brisa sople
sobre ella sigo volando
te reías con mis erres que erres
de ellos he aprendido
yerra hasta que la lección aprendes
para aplicar lo aprendido
cierra los ojos, no, no me mires
ahora es el momento idóneo
para sentir esos sentires
que tras el vértigo y el miedo
se convierten en vivires
ahora el peligro enfrentando
cara a cara, da igual si te ríes
que por dentro yo soy el que me río
mientras, tú, destino poco a poco mueres
por no haber conseguido
que fuera yo quien falleciere.

Toni Oliver

Perdóneme señora

Perdóneme señora

Pedóneme señora
al cruzar sin verla
ciego iba con mi conciencia
sin que ella la percibiera.

Ahora que la veo, ¡Qué belleza!
Espero que no se ofenda
no lo tome a mal señora
que no he pasado por la notaría
para que testifique que no es ofensa
ni notarios, ni testigos, ni jueza
hasta el corazón me tiembla
por no controlar mi lengua.

Sí, ella, la deslenguada
se ha atrevido a decirle guapa
no me he acordado de preguntar
que palabras puedo decir sin que le ofendan.

¡Ay! Mi cabeza también ofendida
en estos años ya no entiende nada
ni decir bella a la belleza
ni el sentir espontáneo en palabras
ni las disculpas en prosa
sin que la policía venga.

Y yo, que no quise que nadie me esposara
llega ésta y me pone las esposas en las muñecas
no sé que artículo de esa ley nueva
me prohíbe decir lo que siento con mi lengua
cómo decirle a alguien lo que siente mi alma
cómo decírselo con palabras 
sin que haya acusación para que me detengan.

De la absurdidad llega la nada
muriendo ahogadas las palabras
en ese lodazal de lluvias ácidas
de las absurdas ideas
que no crean, salvo que sea miseria
no de capital, sino de ideas
el sin sentido de absurdas creencias
voceadas por las voces de la ignorancia
en vez de vocear la humanidad y ciencia.

Toni Oliver

Me sumergí

Me sumergí

Me sumergí
adentrándome en el salvaje bosque
el de los sentimientos malditos...
¿O era benditos? Poco importa
al caso no vienen.
Me sumergí entre los humedales
de eso bosque maldito
que te absorbe el cuerpo, la mente
al igual que el cuerpo te arde
al son de los latidos pertinentes
convirtiendo la brisa de la respiración
en un huracán en plena furia...

Dos montes prominentes
apareciendo en ese claro
que sin salir de lo oscuro
se observa en su cima el afilado pico
apuntando a los cielos infernales
esos sensuales ojos grandes como platos
que al poner los tuyos a su altura
acaban chocando los perdidos labios
en un choque de trenes al tomar el desvío
contagiando la locura de lo prohibido
inmensos mares de ésta
navegando a toda vela.

Velas rojas, apasionadas
parpadeantes al son de nuestro aliento
tibio viento que nos envuelve
entre gemidos, silencios
miradas perdidas, y no tanto
cómplices de los rastros que vamos dejando
en nuestros cuerpos, nuestra piel
nuestro corazón, nuestros sentimientos
ese alocado cerebro ya sin función
abandonándose al descerebrado corazón
perdiéndose ante la sin razón
esos sentires sin explicación.

Toni Oliver