viernes, 20 de abril de 2012

El submarino se retuerce como la ropa al secarle el agua con las dos manos.





El submarino se retuerce como la ropa al secarle el agua con las dos manos.

El Capitán pide la comprobación de que todos los puestos están cubiertos, comprobación de que todos los tripulantes están a bordo...

El día nublado ha amanecido, amenaza tormenta, viento frío del norte, un viento que cala los huesos solo por el mero hecho de que se acerce a tu piel, todos el personal de cubierta enfundados en sus abrigos, abrigos que el frío no dejan pasar, más siempre algo de piel hay que mostrar y esta se ha de congelar...

Baja el oficial de guardia, con una agenda debajo del brazo, por la pasarela y entrega la agenda al oficial de guardia de la base, un gesto ritual, pues esta agenda se llama el "Libro de los Muertos". Una agenda donde todos los nombres de la trupulación están escritos. Os preguntaréis el porqué de este nombre tan dramático, es muy simple, se sabe que la nave sale, pero nunca se sabe si entra y como es un ataud flotante que mejor que poner el nombre de los que allí están por si acaso se tiene que usar.

Sube el oficial y manda subir el portalón a bordo cosa que raudo y velos se hace procurando trincarlo en si sitio para que no se pierda en la navegación.

Poco a poco se empieza la maniobra de desatraque y en poco tiempo saliendo por la bocana del puerto, el puerto de Cartagena, estamos rumbo a no se sabe que sitio, simplemente se sale, las órdenes vienen más tarde, más a la marinería poco importa, simplemente, salimos a navegar.

Al pco tiempo suena la alarma de inmersión, una alarma con un tono grave que hace saltar todos los resortes de la tripulación y poner en marcha todos los sentidos, cada uno en su destino, ocupado con sus quehaceres ya asignados. No se admiten errores por parte de nadie, da igual que los cometa el último marinero o el Comandante, la consecuencia es la misma, todos en peligro.

Varios días llevamos en inmersión, patrullando por las aguas del Mediterráneo, escuchando los ruidos de los moteres de los barcos que en superficie navegan, subiendo de vez en cuando a cota periscópica para observar la superficie, hacer las comunicaciones pertienentes y cargar las baterías. Para arrancar los motores diésel vacían el aire de dentro de la nave, haciendo el vacío y con la sensación de que las tripas nos van a salir por los oídos, es como si nuestro interior fuera a abandonarnos por nustros poros y largarse con el aire que a los motores va a parar, pero es la ´´unica forma de que se pueda renovar el aire viciado del interior, aire pestilente con una fuerte olor a humanidad mezclada con sudor, grasas y otros perfumes no demasiado agradables que los que adentro vivimos ya no nos enteramos, sólo olemos cuando un tiempo fuera llevamos.

Casi una semana sumergidos llevamos, sin saber como es la luz del sol ni el fresco de la noche, el personal de abordo ya se ha leído todas las novelas, revistas, libros, todo loq ue sea factible de leer que a borde se encuentre, hasa las novelas de Marcial lafuente Estefanía son muy preciadas y apetecibles, conque lectura sea bienvenida le damos.

Ya a la semana y media de navegación empezamos las maniobras que previstas estaban, destructores y fragatas a la vista, más bien dicho, al oído, es hora de hacer inmersión a cota profunda para no ser detectados, timones proa y popa enposición de bajada, ángulo de bajada 25º, un rechinar de hierros se empieza a escuchar, crec crec crec, así un buen rato, todos con la mirada hacia arriba, el submarno no para de bajar, la cota sobrepasa los 320 metros de profundidad, se sigue escuchando cada más feurte el rechimar de los hierros, cada vez más seguidos, todo el mundo en supuesto, nadie pierde la calma, ni una palabra en la boca de nadie, el submarino no para de bajar.....

En la cámara de control eléctrico, un hueco entre los torpedos popa y la sala de máquinas popa, un síto con una consola llena de palancas y un Cabo en esta consola, ya sin esperar orden alguna coge las dos palancas, una en cada mano y las atrae hacea el acon toda celeridad, a sabiendas que es lo que tiene que ahcer según el protocolo estipulado para estas ocasiones, los motores invierten su marcha y empiezan a dar propulsión inversa a la nave recuperando su horizontabilidad, momento en que la tripulación un respiro se toma, pero el peligro no hapasado todavía, hay que subir a la superficie y los timones horizontales no responden, enseguda se oye la orden de solplar tanques para soltar lastre y poder subir a superficie sin la ayuda de los horizontales timones, poco a poco el submarino va subiendo hasta llegar a cota periscópica para comprobar que no haypeligro en la superficie y poder subir a superficie para bien arreglar los timones o llegar a puerto para su posterior arreglo.

Peligro pasado, todos blancos como la leche, las piernas flaquean, pero satisfechos de poder haber salido a superficie sin más problemas. Esta vez no ha hecho falta dar al libro de los muertos el uso apropiado a su nombre.

Meses después el S32 entro en dique seco flotante y se comprobó que la alineación de la proa con la popa se habías deformado más de 40 cm,es decir, se había retorcido como se retuerce la ropa para quitarle el agua. Decir quelas cuadernas tenían más d e 30 cm de acero y la chapa exterior más de 25 mm.