miércoles, 3 de mayo de 2017

Me encerraste

Me encerraste

Me encerraste en la más oscura mazmorra
barrotes de acero, duras cadenas
ni el más mísero rayo de sol entraba
todo por no pensar lo que tu pensabas.

Tiempo de soledad
oscuridad y miedo
encerrado en mi cerebro
buscando la llave que no encuentro.

Desperté en la mazmorra un día
disipada la oscuridad, las cadenas
sin paredes ni puertas
brillaban mis ojos, mis fuerzas...

Abrí las alas al viento
volando lejos, muy lejos
nada me detenía,
nada me cansaba
cuanto más volaba
más libre me sentía.

Más alto volaba
más el sol calentaba
el viento mi vuelo ayudaba
todo un universo me esperaba.

A mis pies, el mundo
el que me maltrataba
me encadenaba, encerraba
la incomprensión ahí dejaba.

Vuelo alto, muy alto
lejos, más lejos
no importa ya el destino
disfruto del vuelo
un mundo de sentimientos
sin miedo a la vida
simplemente viviendo...

Toni Oliver

Me hablaba la mar

Me hablaba la mar

Me hablaba la mar
desde la playa lo miraba
sus mil batallas y chanzas
que incomprendida se hallaba.

No entendía la gente
que perdiera su calma
se enfadara a rabiar
que se revolvieran sus entrañas.

Regalo paz a la soledad
el que me mira me ama
quien de mis entrañas se alimenta
me adora al atardecer, al alba.

Las tormentas de basura me llenan
ríos que todo lo arrastran
gentes que nada me quieren
su basura me manda.

Se revuelven mis entrañas
como a quien las suyas mal alimenta
me enfado, todo lo echo fuera
o reviento y me convierto en fiera.

Quien me respeta nada me teme
sólo quien me odia y maltrata se hiere
más nadie me entiende...

Siguen con su vaivén
esas olas bañándome los pies
agua salada he de oler
perfume que se hace querer
lágrimas de mar
caen sobre mi piel.

Toni Oliver

Miraba la luna el poeta

Miraba la luna el poeta

Miraba la luna el poeta
sí, esa gran luna llena
brillante, deslumbrante,
en la noche plena.

De ella se enamoró
le escribía poemas de amor
celoso de las estrellas y cometas
de las nubes, le separaban de ella.

Los nublados días escribía
entre lagrimas de pena
verla no podía
moría de pena.

Ante ella se cruzaban los cometas
con su estela desmaquillaban
rompían su belleza
se lo contaban a las estrellas.

Cuando de brillar descansaba
las estrellas competían
para ver cual era más bella
ninguna alcanzaba podía
la luna siempre es ella.

Noche tras noche
el poeta bajo el porche
mirándola cuan bella
hipnotizado por su belleza.

Tiritaba las frías noches
con su vieja manta envuelto
dejar de verla no podía
aunque se convirtiera en hielo.

Con la pluma en la mano
en la otra la libreta
una madrugada lo hallaron
en su rostro la sonrisa
de felicidad como mueca
frío como el témpano
“te quiero luna bella”
en la libreta.

Toni Oliver