Te ofrecí
la flor más bella del jardín
en mi corazón cultivado
no sólo la flor, la planta entera
arrancada con su tierra
con el máximo cuidado
con ambas manos.
Te la ofrecí
mas tu cuerpo se desvanecía
al acercártela con todo mi cariño
sólo tus ojos brillantes quedaron un rato
silentes, sin lágrimas
cerrando y abriendo los párpados
diciendo, adiós, me largo.
El sol atravesaba su cuerpo
disuelto en el éter
dejando su brillo sobre las aguas
en ese mar de verano
donde hasta la brisa está descansando
las olas ni asoman
sólo su palpitar fundiéndose con la arena.
Sobre ésta me quedé sentado
mirando un inexistente pasado
en un presente palpitante
pensamientos que van y vienen
justo en este instante, al subir la marea
mojándome todo el cuerpo
devolviéndome a la realidad olvidada.
Hora de volver a la NADA
donde el TODO y ella se juntan
la realidad y la ficción se alían
con el fuero del infinito de ida y vuelta
convertidas en polvo las estrellas
brillando como purpurina
fluorescentes bajo la luna llena.
Toni Oliver