El cachopo
Tocó el mago con su varita
sí, esa rara que hace chispitas,
la copa de vino con que brindaba
apareciendo sobre la mesa
como en un sueño de hadas
algo empanada con su galleta picada.
Diseccioné, con el bisturí a mano alzada
apareciendo den sus entrañas
esa carne pálida
de esa ternera lechal bien cuidada
más adentro, misterios de la magia
de la parte trasera
de un cochino de bellotas
ibérico para más señas
de donde fluía
ese queso que se fundía
que las babas afloraba
los labios se relamían
los ojos haciendo chiribitas...
El tenedor esperaba
con la impaciencia de Hacienda
clavar los pinchos en sus carnes blandas
elevarla a las papilas gustativas.
¡Cuidado, que te quemas!
La impaciencia su precio paga
va soplando la boca desesperada
aguantando el cachopo para que no se caiga
y se pierda en el mar de babas
que van cayendo en la bandeja
como oleaje de la mar brava.
Un poco más frío ya
entre papila y papila
diseccionando los sabores de la sinfonía
orquestado entre cuchillo, tenedor... Y esa mirada
bastante asesina
ni Jack el destripador tenía esa cara
cuando clavaba sus dagas
en la tierna carne de sus víctimas...
Tiemblan las manos, de nuevo la impaciencia
no se soporta la espera
que se calme su temperatura
mientras se relame la idea
de hincarle el diente sin empatía.
Toni Oliver
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