domingo, 9 de abril de 2023

¿Oiga, es ese el taller de corazones?

¿Oiga, es ese el taller de corazones?

¿Oiga, es ese el taller de corazones?
Sí, ¿Qué quiere usted?
Pues mire usted, tengo el mío lleno de remiendos, roto mil veces con mil amores fracasados, otros que ni siquiera han empezado, y otras que, simplemente, me he inventado. En este último caso, con caída al precipicio en vuelo silente y estrellado. 

Sí, lo tengo en mil pedazos, los remiendos ya no le aguantan, se lo dejo para que coloque todos los trozos en su sitio, que por más que lo intento siempre los dejo descolocados, de paso, saque los golpes, que muchos lleva, un poco de pasta, un pulido y un poco de pintura para que nuevo parezca, pues ahora ya no tiene ni forma, aunque siente como si estuviera nuevo, con el rescoldo de las heridas mal curadas, también tiene ganas de seguir latiendo, pero le falta algo que le empuje a hacerlo, ese puntito de ilusión, de esa que llega cuando menos la esperas, y te acompaña al infinito sin darte cuenta, viviendo como en un cuento de hadas, del mundo desconectas, haciendo un mundo nuevo donde todo lo demás no interesa, pero que ese sentir vuelva como cuando joven era, donde todo era interés por aprender, más y más, sin importar lo que sea, pero siempre viviendo sin importar nada más que el simple instante en que uno lo vive, y si se vuelve a golpear o estropear, partirse en mil pedazos, volveré de nuevo para que lo recomponga, si no late con pasión uno muere, aunque la sangre por las venas corra.

Déjelo aquí, a buen recaudo, échese una buena siesta, mientras, cierre esos ojos e imagina que sigue latiendo con fuerza, cuando despierte, lo encontrará en su sitio, con muchas ganas, son golpes aparentes, los cachitos en su sitio, y sí, lo sé, tengo mucho trabajo, está bastante escacharrado, pero imposible no es, incluso lo dejaré un rato bajo las estrellas, que de ellas de energía se cargue, y de la luna que de poesía lo llena, para que cuando a su sitio vuelva, rezuma alegría, amor, felicidad y belleza.

Caí en la cama para echarme la siesta, una eternidad el tiempo de espera, pero me despertó, como un motor, el corazón latiendo con mucha fuerza. Me miré al espejo, mi rostro brillaba, al igual que los ojos y la sonrisa que acompañaba.

A su lado, el del corazón, un a nota: De locura en locura no pares, los cuerdos mueren en la espera, los locos, viven la vida como si estuvieran de permanente juega, quizás pobres en la cartera, pero felices siendo la envidia de la cordura, esa aburrida que no se atreve a vivir por el miedo a perder o, por el que dirán, no se vaya a perder la reputación de persona cuerda.

Toni Oliver

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