miércoles, 15 de marzo de 2023

Te vi tan inmensa

Te vi tan inmensa

Te vi tan inmensa, a pesar de tu pequeño tamaño, el mío, mucho más minúsculo, viéndote ahí en lo alto. Se me ocurrió, como una hormiga, subir por tu piel explorando ese nuevo universo, un nuevo mundo por descubrir donde pondría todo mi empeño. Empecé la escalada, sólo me faltaban los clavos y la piqueta, mas tu piel no quería dañar, sólo acariciarla con lupa para que no se me escapara nada, ni tan siquiera un poro, ni un pelo, nada. Ya sin prisas, aunque la escalada cada vez era más escarpada, inclinándose hacia el vacío, en el intento no cesaba, aunque fuera más despacio, había que seguir subiendo hacia una cueva en el camino, una enorme vegetación cubría la entrada, pero servía para sujetarme mientras la puerta secreta hallaba. Terreno húmedo, ya la luz no entraba, patinaba sobre ese gel gelatinoso cayendo al vacío en la parte más oscura, algo húmedo, viscoso la caída amortiguaba, si bien algunas magulladuras me quedaban en el cuerpo. Poco importaba, esa cueva es como una isla misteriosa con otras cuevas aún no descubiertas en sus entrañas. Muchas labor para el momento, un descanso no viene mal, me lo tomo, quedando dormido como un niño pequeño en su cuna, además, como ellas, se balanceaba. Se escuchaba un ruido de fondo, como un toque preciso, acompasado de tambor, acompañado por algún que otro silbido. Sonidos misteriosos no podía precisar si situación, pero para dormir acompañaba, como una constante música. Los párpados, muy pesados se van cerrando, si antes nada veía, ahora no veo nada.

No puedo describir muy bien los sueños, pero noté como una mano  de esa cueva me sacaba, me colocaba más cerca de ese ruido de tambor, sonaba mucho más fuerte, la piel era firme, tersa, ya no patinaba, podía andar por una especie de montañas, parecían dos gemelas con unos picos afilado en la cima, el suelo temblaba, parecía un terremoto, por más que me agarraba al vello, me costaba mantenerme en pie y no caerme desde las alturas hacia el lejano suelo, por suerte pasó un hermoso cabello, como una gran liana a la que me agarré, aunque salí volando por los aires, sin soltarme, parecía un tiovivo, una atracción de esas de feria, sólo le faltaban las luces el el sonido estridente, pero no, era ese sonido misterioso, ahora ya un poco más lejano. Subí por el pelo hasta llegar al principio del bosque, me sentía como una pulga perdida entre una gran mata de pelo, pero eso era una selva, no,no, una gran selva tropical de la que no veía su fin. Por debajo del suelo, se escuchaban pequeños silbidos, como si de múltiples venas de agua fueran circulando a toda velocidad por debajo el subsuelo al ritmo de ese misterioso tambor no identificado.
Vi como unos dedos gigantes, y yo que no me creía los de los cuentos, ahora aparecen en esa grandísima selva agarrándome, sacándome de ella y expulsándome a un vacío que no entiendo... Llevo tiempo cayendo y todavía no veo el suelo ni lo que hay debajo, si es que caigo sobre algo, es como su hubiera caído al vacío desde una estrella, nunca a ninguna parte llego. Sigo divagando por el espacio...

Toni Oliver

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