viernes, 17 de febrero de 2023

Se escuchaban las bombas

Se escuchaban las bombas

Se escuchaban las bombas, su silbido, tras el paso del ruido de los motores de los aviones, las explosiones indiscriminadas, haciendo tambalear los edificios, de las paredes saltaban los cascotes. Mi habitación, oscura, sin ventanas, a mi corta edad apenas podía ver la luz del sol, del día, afuera, según me contaban, sólo se escuchaban tiros, bombas, la metralla de éstas, las cremalleras de los tanques aplastando todo lo que a su paso se encontraba.

Ahora sí, una de las bombas tiró medio muro de mi habitación, abriendo una gran ventana hacia el infinito, volaban los pájaros, lucía el sol, alguna que otra nube paseaba por el cielo.

Mi caballo de madera levanto la cabeza mirando, como diciéndome, vamos a salir a galopar ahí afuera. No es bueno estar encerrado con tanta oscuridad. Ahora ya conocemos la luz, vámonos.

Bajamos, mi caballo y yo, las escaleras del semiderruido edificio, salimos a la calle, me monté en sus lomos, empezamos a cabalgar por las calles hasta abandonar la ciudad, ahí, todo era diferente, había árboles, tierra vestida de un hermoso verde, flores de todos los colores, mientras, a lo lejos, se seguían, ya difuminados, escuchando el sonido de los aviones, el estallido de las bombas, pero en el campo estaba todo tranquilo, mi caballo de madera pastando la verde hierba, mientras recogía flores, observándolas con detenimiento, no las conocía, Me senté a la sombra de un árbol mientras mi caballo de madera pastaba todo tranquilo y relajado.

No quería volver a la ciudad, ahí ya no me quedaba nada, las bombas lo habían derruido todo, mis padres, ya en estado cadavérico estaban entre los escombros... Cómo odiaba esta guerra, de la que nada conocía, sólo sus devastadores efectos, mi inocencia de niño no me daba para entender nada más, pero en el campo me sentía feliz. Mi caballo de madera me calentaba las noches de frío, mientras me relamía al alba, quería más aventuras, entre ambos nos las dábamos, de la vida no esperábamos nada, pero había que vivir lo que nos tocaba...

Toni Oliver

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