miércoles, 17 de agosto de 2022

Se escuchaban los pasos

Se escuchaban los pasos

Se escuchaban los pasos, parecían golpes de martillo sobre el cemento, acompasados, acompañados del repetitivo eco.

Mis pies descalzos, silentes, mis brazos agarrados por dos forzudas manos que me marcaban el camino, manos esposadas, ropa desgarrada, hecha jirones, no cubría nada, más bien caían los jirones a cada paso que daba, dejando el rastro de mis andanzas.

Me quitaron la venda, luz tenue, verde donde  apenas se distinguía nada, más caras colgadas, llaves de gas con sus respectivas válvulas.

Paredes, aparentemente, de hormigón, poco se distinguía para certificarlo, pero si parecían duras y planas.

En el centro de la sala, sin sombras por falta de luz, una camilla médica sobre una oscura alfombra, tétrica, aparentemente un foco todavía apagado, un taburete de ruedas... A su vera, una mesa, llena de instrumentos médicos, cada cual más tenebroso por sus formas medievales..

Un golpe en el estómago, se oscureció mi vista mientras el aire poco a poco me iba faltando, notaba como me estaban atando las manos a las patas de la mesa, al tiempo que las piernas me inmovilizaban.

De vez en cuando, cuando ya casi desfallecía por la falta de aliento, una bocanada de aire, breve, pero intensa para aguantar otros tantos segundos hasta que volviera a entras dentro de esa máscara o lo que fuese que me habían colocado.

Empecé a escuchar el sonido de instrumentos metálicos, algo que olía a alcohol iba mojando parte de mi cuerpo. Sin saber lo que pasaba, empecé a notar como tiraban de los pezones, a su vez, mientras estiraban, como los iban penetrando con algo punzante, escapándome un ahogado grito bajo esa máscara. Repitieron en el otro, esta vez sin chillar, hasta que noté que los tensaban hasta casi levantar mi cuerpo...

El resto para la imaginación.

Toni Oliver

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