miércoles, 5 de febrero de 2014

La niebla

La niebla

La campana del barco va sonando con ligeras pausas, el barco va avanzando muy lentamente, la tripulación no se distingue, la espesa niebla impide cualquier visibilidad tanto a bordo como al exterior.

Un silencio atroz, sólo roto por el ruido de los motores trabajando a muy bajo ritmo, pues avanzar con seguridad es casi imposible.

Pequeñas sombras parecen verse por la borda saltando, sin poder distinguir de que se trata, pueden ser delfines y otra cosa, pero la verdad es que nada es visible con con claridad.

Tras un buen rato cortando la niebla con un cuchillo para poder atravesarla una sirena de barco, o eso parece ser va sonando a pitidos largos, más imposible adivinar ni tan siquiera la dirección de donde proceden, pues parece como si vinieran de todas las direcciones ala vez, la realidad es que la procedencia es totalmente indefinida.

Toda la tripulación está son todo el vello de punta, pues saben que cualquier error puede ser fatal y antes de aparecer la niebla pequeños carámbanos de hielo iban flotando por entre las casi congeladas aguas marinas, la supervivencia sería casi nula.

De repente y sin más justo delante de la proa aparece una gran sombra, algo oscuro de entre la niebla ha aparecido, pero, por lo poco que se ve, más parece un barco abandonado, con los mástiles destrozados, las velas cortadas a jirones y sin nadie que se pudiera distinguir a bordo de él.

Toda la tripulación en guardia, la niebla impedía cualquier visibilidad lo suficientemente clara como para abordarlo para explorar la embarcación, también, a pesar de la baja velocidad nos daba tiempo para poder maniobrar lo suficiente como para esquivar esa mole, justo a nuestra proa, la colisión era inminente pues la masa del barco era mucha i la inercia imparable aún dando marcha atrás, cosa que se hizo para minimizar el impacto.

Noté una mano que me sujetaba por el cinto y me subía a bordo de un pequeño bote, la visibilidad era completamente nula, era de noche, pero deducí que era un bote por lo que se movía al subirme a bordo.

No tenía ni idea de donde estaba, sólo mi mente estaba despierta, todo el resto de mi cuerpo estaba prácticamente paralizado, ni tan siquiera palabra alguna podía articular.

Tenía muchas ganas de preguntar quienes eran, pero ni mis labios ni articulación alguna me respondía. A bordo no se oían voces, pero alguien tenía que haber, por lo menos la persona que a bordo me subió.

Desperté, el sol calentaba tibiamente la manta que me cubría, más abrir los ojos noté que estaba completamente solo, que en el pequeño bote no había nadie, ni tan siquiera unos remos, sólo la manta, una calabaza con tapón que al comprobar su contenido era agua y yo.

Todo eran preguntas sin respuesta, quien me subió a bordo, quien me tapó con la manta, quien me puso el agua, de donde salió el bote, no era del barco en el que iba embarcado, no tenía nombre ni señal alguna que lo identificara, donde estaba, no había hielo en el mar, cosa que antes de que la niebla nos dejara sin visión había, como me iba a alimentar mientras, etc. Una batería de preguntas que sólo eran superadas por otra más grande e importante, como salir de esta situación, en medio de un mar desconocido, con varios litros de agua y una manta.

Todo preguntas sin respuesta, además, el pequeño bote no llevaba ni tan siquiera elemento alguno para pescar, pescar con la mando en alta mar es casi imposible.

El aire era fresco, pero el sol era bastante fuerte por lo que decidí taparme con la manta hasta la cabeza, pero con intervalos para poder otear el horizonte y comprobar si algún barco aparecía por la zona, pero era agotador, sin comida y racionando el agua, no sabía cuanto tiempo iba a estar ahí dentro....

El frío se hacía sentir hasta tal punto que me desperté, estaba oscuro, me había dormido de agotamiento, pues no recordaba nada más que el mirar de vez en cuando al horizonte.

Un ligero olor a pescado fresco se notaba, no veía nada, pero tentando con la mano por todo el bote, pues en el mar el olor no se nota, encontré un pescado de un palmo más o menos, ya muerto pero de carne prieta, no sabía como cocinarlo, pero a ciegas y sin herramienta alguna, con las manos, intenté quitarle la piel para comer algo, en este caso comida fresca que junto con el condimento del hambre, estuvo delicioso, si bien al principio algunas arcadas si me dio, lo reconozco.

Ahora tenía otra pregunta a todas las anteriores, el pescado no era un pez volador, pues al quitarle la piel note unas pequeñas aletas y no unas grandes como las que tienen los peces voladores, entonces.... ¿Cómo apareció ese pescado dentro del bote? Tome la calabaza para beber la poca agua que me quedaba,pero ¡sorpresa! Pesaba bastante, como si estuviera llena... Le quité el tapón y bebí, despacito, catando lo que dentro había, era agua potable y la calabaza estaba llena. Otro misterio que resolver, ya no entendía nada, lo del pescado casi lo podía entender, podría haber saltado y quedarse dentro del bote, pero... Eso del agua, la calabaza llena otra vez, ¿quién la llenó?...


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