La lavanda
Me encapriché de una lavanda, la que sembré con mucho cariño en una maceta agarrada a los hierros del balcón, ahí está, con sus flores, su perfume. Cuando sopla la brisa o el viento, me quedo mirándola, ella con su vaivén me hipnotiza, sumergiéndome en mis pensamientos, incluso me hace viajar a mundos ignotos, donde con el vaivén de sus brotes, como una mecedora viajera, imagino mis sueños, cual niño fuera, perdido en la inmensidad del universo, ese lugar donde las únicas fronteras son mi imaginación, lejos de los prejuicios humanos, sus normas absurdas, sus odios, avaricias, ambición de poder, envidias. Voy en busca de amor, como el que llevo dentro, no pido más, sino compartir en un universo que parece que escasea, por lo menos en este planeta donde vivo. Ardua tarea, pero el movimiento de los brotes de lavanda, embriagándome con su perfume, hipnotizándome con su movimiento al son de la brisa... Me mezo, me mezo.
Toni Oliver
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