Me acerqué al rosal
Me acerqué al rosal, cargado de rosas, cuyas hojas estaban llenas del rocío nocturno, tomando el color de la niebla que todavía acechaba por el jardín. Esas gotas, un tanto grises, misteriosas, como si en su interior se hubieran llenado de humo perfumado por la misma rosa se tornaban muy misteriosas. Se me ocurrió saborear algunas de ellas, mis párpados se volvieron pesados, muy pesados...
Mi cuerpo se volvió tan liviano que flotaba en el aire, como si de un globo se tratara, el jardín tomo tales dimensiones, que por mucho que en él anduviera, no encontraba su fin, era infinito, cada vez flores más bellas, desconocidas para mí. Seguía flotando en el aire, embriagándome con todos los perfumes, por un momento mi nariz ya no era capaz de distinguir ninguno, pero la mezcla era como una especie de elixir, eliminaba todos los males de mi cuerpo, los males pensamientos habían desaparecido del todo, todo era una maravilla, si bien no entendía nada de nada, estaba tan a gusto que no quería salir de esa especie de sueño.
Una fuerte explosión después de un pinchazo me hizo tornar a la realidad, seguí al lado del rosal, la cabeza hecha añicos por dentro, después de respirar profundamente varias veces, volvió a retomar la normalidad.
La niebla se estaba levantando, las gotas de rocío, ahora, cada vez más brillantes bajo los rayos de sol, aportaban la fantasía de estar entre hermosos diamantes, inalcanzables, cuando más subía el sol más se evaporaban, pero el jardín seguía conservando ese maravilloso perfume...
Una gota de sangre estaba naciendo de la yema del dedo índice... También olía a rosas...
Toni Oliver
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