jueves, 8 de junio de 2023

La cajita de música

La cajita de música

Cabizbajo, sentado a la orilla del mar, en la playa, viendo el atardecer, como el horizonte, un manto colorado que poco a poco cubría el sol en su retirada hacia el descanso.

Absorto ante el espectáculo, sin enterarme de nada, ni de mi alrededor, sólo centrado en esa maravilla hasta caer la noche.

Fui a levantarme, al poner la mano sobre la arena para hacerlo me topé con algo que me impedía apoyar la mano sobre la arena, miré con atención, me tenía intrigado, veo una cajita de metal, de esas de hojalata, pintada de colores chillones. La levante, la miré, la volví a poner, con cuidado en el suelo, la abrí, al levantar la tapa, una muñeca sobre un disco que empezaba a girar, mientras sonaba como si fuera un piano.

Con una sonrisa en los labios, la luna que asomaba por el horizonte, toda bella ella, luminosa, era luna llena, la bailarina danzaba y danzaba sin parar, la música le acompañaba. Ahí, estaba yo, sintiendo como las olas del mar me bañaban los pies, cada vez más se me acercaban, puse la cajita sobre las piernas, seguía, sin cesar, sonando y sonando, la bailarina bailaba y bailaba.

No sé en que momento, no me acuerdo, se acercó al borde del disco, me sonrió, me ofreció la mano para que la siguiera, subí al disco con ella.

Empezamos a bailar, de pronto, olvidé mi peso para sentirme ingrávido, movimientos imposibles, como si fuéramos las mismas notas de ese piano, flotando en el aire, imparables.

En un abrir y cerrar de ojos, estábamos correteando, simulando la danza sobre un hermoso prado verde, como si dos niños fuésemos, de gravedad no entendíamos, podíamos movernos a nuestro antojo. La belleza de ella, con sus finas sedas que le tapaban, a ratos, pues la brisa a veces las  levantaba, haciéndolas volar cual estela de cometa. Al igual que su pelo, ya salvaje, despeinado moviéndose al son del viento mientras danzábamos.

Nos miramos a los ojos, mientras sonreíamos, los dientes blancos, nos llevaron a las cimas nevadas donde seguimos la danza al son del piano, incesante, cambiando de tema a cada momento, nos deslizábamos sobre la nieve, sin dejar huella alguna, sólo nuestras sombras bajo la luz de la luna, ella nos sonrió, el ojo nos guiñó...

Nos hallamos entre sus cráteres, el silencio roto solamente por las notas del piano, incesante, incansable, todo el cráter, una inmensa pista de baile, extraños seres nos acompañaban, no importaba, nosotros seguíamos nuestra danza, mientras las estrellas con su parpadeo nos iluminaban, cual bola de espejos girando sobre nuestras cabezas. Al mirar al cielo vimos ese planeta azul, al que le llamamos Tierra. Gira y gira, como nosotros en el disco de la cajita, no se ven fronteras, sólo verde y azul agua.

Nos cogimos de la mano, la luna nos avisaba, es hora de volver a la caja. No queríamos, empezaron a salirnos las lágrimas mientras nos abrazábamos, silentes, la música se acababa.

Desperté, encendí la luz, ahí estaba la cajita, el disco mojado de las lágrimas de la muñeca. Miré mi almohada, también mojada...

Toni Oliver

Imagen del espectáculo Relájate y Sueña. 
De Susana Aguiló al piano, susana Morant en la danza.




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