sábado, 21 de mayo de 2022

Se iluminó el cielo

Se iluminó el cielo

Se iluminó el cielo, le siguieron los estruendosos truenos, temblando las paredes, los suelos, incluso el propio cerebro.

Era la noche entrada, todo el mundo ya en la cama, las ventanas, que abiertas estaban por la calor, empezaron a golpear los marcos que las sujetaban. Seguían los relámpagos, cada vez más fuertes, ya no sólo iluminaban, sino que eran el mismísimo fuego del infierno, sin contar el poder de los truenos, haciendo vibrar los cristales hasta romperlos.

Rompieron las nubes en un gran parto de agua, no, no era una gota fría, tampoco una lluvia de verano, era el diluvio universal, en pocos minutos, sin poder ni siquiera reaccionar, se convirtieron las calles en ríos improvisados, arrastrando coches y todo lo que estaba a su paso. 

Se taponaron las calles con todos los trastos que a su paso encontró el agua, formando muros que la desviaban para otros lados aumentando los destrozos. Grandes barreras de amasijos de coches, mientras subía el agua, inundando las plantas bajas, en algunos lados hasta los pisos superiores.

Jamás en la historia recordada, a pesar de haber inundaciones cada dos por tres, se recuerda una hecatombe esta, en pocos minutos, todo el agua del cielo cayó sobre el pueblo, siendo imposible evacuar todo el agua hasta el día siguiente.

Se intentó hacer llamadas de ayuda, no funcionaba la radio, la electricidad se había cortado a los pocos segundo que empezó a caer la lluvia, la gente, muerta de miedo en sus casas, otras arrastradas por la corriente, ahogadas, al igual que las que no pudieron subir a los pisos superiores, de esos, unos por minusvalías, enfermedades u otros motivos.

Amanece, como si fuera Hirochima y Nagasaqui después de las bombas atómicas, todas las calles destrozadas, lo que en ellas se encontraba desaparecido o tapado de barro, el suelo resbaladizo, la gente desolada, vidas perdidas, bienes desaparecidos, casas destrozadas por el agua...

Cuando al final llegó la ayuda, ni los bomberos, ni la policía, ni el ejército podía creer lo que estaba viendo...

El resto es otra historia, llena de fuertes sentimientos, donde la parte buena de los humanos hizo que todavía podamos creer en la humanidad, si bien, es verdad, también hubo quien quería hacer su agosto a costa de aumentar la desgracia.

Dedicado al pueblo de Sant Llorenç y los colindantes, que si bien no estuvieron tan afectados, también les toco parte.

Toni Oliver

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