Estando yo a ciegas
tapándome los ojos
las cuerdas de mis pensamientos
las cadenas de acero imaginario
mil diablos recorriendo mis entrañas
otros miles vagando
en un vaivén, como las olas
yendo y viniendo sobre la arena
o rompiendo contra las rocas...
Justo en ese instante
una rosa me regalaste
no vi el color
sentí su perfume
su tacto aterciopelado
hasta el pincho del tronco
aposta olvidado.
Me pinché adrede
quería sentir
el correr de esa gota de sangre
tibia, incesante, su perfume, también
mientras pintaba mis labios
con ese dedo pinchado
deleitándome del sabor de la mía propia
con el perfume de esa bella rosa
que al quitarme las vendas
la vi roja, roja, roja.
Ya no volaba mi mente
eran los latidos de mi corazón
impulsándolo hacia el incierto infinito
brillando como las estrellas
no en la noche, sino a pleno día
coreando a ese sol que eres
brillando en plena noche
si menester fuera
incluso arrancando las llamas del infierno
para sentir tus labios
impregnado con tu propio jugo
ese rojo, el de tu propia vida...
Toni Oliver
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