miércoles, 26 de junio de 2024

Tristeza

Tristeza

Tristeza en el alma
al observar la cruel fanfarria 
de quien gobierna en la sombra
empobreciendo al que trabaja
culpando a las circunstancias
que el mismo provoca .

Robo provocado 
aumentando los precios que no han variado
conservando los sueldos
aumentándolos por debajo 
de la subida que han provocado 
dejando al pueblo sin pan y sin techo
los estómagos rugiendo
el frío en los huesos en invierno
achicharrándose con el sol en verano.

Este desalmado
que mueve los hilos
con los bolsillos abarrotados
se ríe con desparpajo
del que trabaja como un esclavo
para salir del lodazal en que se ha metido
con la trampa del bienestar inventado
si no pagas, ni aire ni agua te está tocando
te recuerdan los amos
tu condición de esclavo
que tu esclavitud es tu libertad te van contando
mientras los muros son más altos.

Desde tu alma te sientes engañado
al abrir los ojos
viendo como crecen los muros
diciéndote que te has liberado
estando desnudo
con tus manos de taparrabos
tus labios cerrados a cal y canto
cuando sigues pensando
que ya no eres esclavo...

Observa este mundo
todo es un gran engaño.

Toni Oliver

Brillaba la luna

Brillaba la luna

Brillaba la luna sobre la cruz de la iglesia del pueblo entre las amenazantes nubes, oscuras ellas, como las golondrinas ya en sus nidos escondidas. Los los relámpagos las adornaban, haciendo brillar los tejados por segundos, sombras móviles sobre las tejas, apareciendo y desapareciendo entre rayo y rayo. Los truenos, potentes, como su fueran terremotos, hacían temblar los edificios, las lámparas se movían, sembrando el pánico, se escuchaban chillidos de miedo en lugares indefinidos.

Rompe la tormenta, golpeando el granizo contra los cristales, proyectiles lanzados por una mano invisible, la luna ya escondida sobre la oscuridad de la noche. Ésta, ahora ya mucho más oscura, las farolas han dejado de alumbrar, incluso ya no queda ventana alumbrada, la electricidad ha desaparecido.

Algunas personas han encendido alguna vela, temblorosa, marcando el paso de la una brisa imposible, al estar todas las ventanas y puertas cerradas, sobras que atraviesan las ventanas, a sabiendas de que nadie más está en casa,  mucho menos en la habitación en que sólo estábamos el gato, muy negro él, pero estaba en mis brazos haciéndome arrumacos. 

Seguían las sombras cruzando por la ventana, sólo visibles en los momentos en que los relámpagos alumbraban el cielo. El gato ya inquieto, mirando inquieto a esas sobras invisibles sin la luz, él las veía o presentía. Mi vello estaba erizado, como si una electricidad estática pasara por ellos.

Un portazo sonó, tembló toda la pared, como una fuerte explosión, no había luz alguna, la vela quedo apagada, todo oscuro, ni los rayos alumbraban, los truenos sonaban incansables, otra cosa rara, sin relámpagos.

De pronto, sonaban los pasos metálicos de los caballos al golpear los caballos las piedras de las calles. No se veía como una tenue luz moviéndose por ellas, nada más se veía. No se escuchaba ni una sola voz, sólo los cascos de los caballos.

Volvió el silencio, un ligero aliento se notaba en la nuca, el gato no era, seguía en mis brazos, ese aliento paraba de la nuca a la cara, alargué la mano por si podía tocar algo, moví una, luego otra, no había nadie, el aliento seguía dando vueltas por la cabeza...

Toni Oliver