Los cascos y
la luna
El sonido de los cascos de los
caballos, con el tintinear de las campanillas de sus cuellos
colgando, allá a lo lejos, se escuchaba como una música que saliera
desde las entrañas del oscuro bosque.
La luna llena las sombras de las ramas
reflejaba sobre el camino, vislumbrando un desolado y tenebroso
paisaje, terribles sombras, raros sonidos salidos de la nada, la piel
de los pasajeros estaba erizada del pánico que allí
reinaba...
Dentro del carruaje el silencio con un cuchillo se podía cortar, hasta las ropas de algunos se había mojado por el descontrol urinario provocado por esa panicosa situación.
Dentro del carruaje el silencio con un cuchillo se podía cortar, hasta las ropas de algunos se había mojado por el descontrol urinario provocado por esa panicosa situación.
El sonido de los caballos y el carruaje
se seguía sintiendo, pero cada vez más cerca, poco a poco su
volumen más aumentaba, solo el revolotear de algunos nocturnos
pájaros rompía el musical de cascos y campanillas...
Grandes sombras se proyectaban sobre
los pasajeros, sólo siluetas se vislumbraban, siluetas que
deformaban la imagen del castillo al que habían llegado... Oscuras
sombras volaban sobre sus cabezas, un ligero perfume a heces se hacía
presente, pero ni una sola palabra de sus labios salía...
Una sombra acompañada de un candil
dentro de una minúscula lámpara apareció de las entrañas del
castillo, no notaron ni tan siquiera el abrir de la puerta, la luz
iba oscilando de un lado hacia el otro con un vaivén no
acompasado...
Poco a poco se iba acercando una sombra,
un perfil de una persona agachada, no se descifraba si por una gran
joroba o si era el agotamiento y la forma adquirida por los duros
trabajos allí reinantes, tampoco las mentes daban para imaginar
nada, estaban tan paralizados como sus propios cuerpos...
De pronto una voz profunda y oscura,
como recién salida de una ultratumba les dijo “acompañadme”,
sin más, se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el castillo,
mientras el resonar de los cascos y las campanillas se iba perdiendo
en el horizonte, más bien... dentro del oscuro y tenebroso
bosque...
No tenían ni idea de donde estaban, solo que estaban entrando en un oscuro castillo, muros desiluminados, paredes vacías, sin muebles.....
No tenían ni idea de donde estaban, solo que estaban entrando en un oscuro castillo, muros desiluminados, paredes vacías, sin muebles.....
Fueron siguiendo poco a poco, al ritmo
que el pánico que de ellos se había apoderado les dejaba, a la
sombra agachada que les había salido al encuentro, sólo la luz de
la minúscula lámpara iluminaba la estancia y a su paso la oscuridad
en el castillo volvía a reinar....
Toni Oliver