miércoles, 27 de noviembre de 2024

Nos pusieron un enorme velo

Nos pusieron un enorme velo

Nos pusieron un enorme velo
cambiante como el viento y la marea
ondulante como las ondas
creando la niebla de la verdad eterna.

Engaño tras la pantalla
la de la muerte, la de la vida
creando una realidad trampa
al borde de un abismo por bandera.

Nos engañan los libros
contando farsas a mansalva
realidad ficticia
creada por alimañas.

Poco a poco
les entregamos la llave de nuestras vidas
a los lobos que cuidan de la manada
echando la culpa de las ovejas desaparecidas
a nuestras propias hermanas.

Crearon el odio
deshaciendo la hermandad
por los siglos creada
nos separaron de manera educada.

No vimos el camino al matadero
mientras afilaban las hachas
cada vez las armas más sofisticadas
ya no sirven las balas ni las lanzas.

Controlar la mente
que mejor arma
con mando a distancia 
sin que se entere la gente... Toda callada.

Todo lo entregamos a los lobos
nos despojan de las tierras
también de las aguas
incluso nuestras casas...

Silentes, al matadero, en cascada...
No somos nada, sólo carnaza.

Toni Oliver



Mallorca, la isla más terrorífica

Mallorca, la isla más terrorífica

Alquileres estratosféricos
buses atrapados
en los caminos retorcidos
igual que las mentes en presentes y pasados.

Tormentas salvajes
torrentes edificados
toman las aguas las curvas
donde arrasan lo tan siquiera ni pensado.

Terror en la biblioteca
arrancando del corazón las letras
la tinta de sangre
va corriendo río abajo.

Me dicen que no hay ríos
¡Oh, que pena! Vaya lío
las torrentadas no han visto
arrasando hasta el alma, como los ríos.

¡Obri sa porte!
Tenebrosa la voz
entre las paredes silentes
historias entre muros.

Si hablaran esos muros
los de los castillos, los conventos
esas “posessións”, de todos lados lejos
todo en silencio, mudos, sin recuerdos.

Talayot, amontonamiento de piedras
con sus huecos por dentro
cuanto misterio, desconocido aliento
pasado todavía ignoto.

Hotel Illa de la Calma
donde la calma brilla por su ausencia
entre los misterios de la nada
hasta la sangre se hiela.

Al igual que al ver esa mirada
en la pared de un cuadro impertinente
esa mirada penetrante
como un puñal que en las carne entra.

Olor a muerte
torturando la mente
un perfume inexistente 
sólo en la noche
callada, por suerte.

Retumba en la nariz
como un terremoto
removiendo el cerebro
hasta del cuerpo su vómito.

Muerte por chocolate
venganza hacia el escritor
muerte lenta, pánico
que mejor lección...

Lección par aun escritor de terror 
no conociendo el significado
mucho menos el dolor
no el del cuerpo, sino el del corazón.

Polita, la amiga invisible 
entre gente cuerda
héroes de opereta
sembrando el pánico y la miseria...

Adolescentes sin futuro
mentes atormentadas
donde nada nadie entiende
historias de niños inventadas.

La muerte crea adicción
como el néctar de la flor 
de la sangre su sabor 
el miedo y el pánico en plena sazón.

Toni Oliver




De tanto escribir

De tanto escribir

De tanto escribir en estado de somnolencia, al repasar todo lo escrito, hubo un momento que nada entendía, me puse a tachar parte del estropicio. Seguía sin entender nada, por lo que opté por borrar todo, esperar al día siguiente estando algo más despierto... Se conoce que la escritura en modo automático en estado de somnolencia no me funciona.

Al despertar, me propuse intentar escribir de nuevo lo adicto que me había vuelto al café, sin éste no funcionan mis pocas neuronas, necesitan su proceso particular para despertarse, disociadas del resto de las células del cuerpo.

La hoja en blanco continuaba de este color, ni una gota de tinta caída del cielo la emborronaba, ni tan siquiera eso para poder hacer un simple garabato con las yemas de los dedos.

Miré por la ventana, mejor dicho, por el mal llamado balcón donde ni me caben ni los zapatos, tan es así que si intentos colocarlos no me cierran las puertas, convirtiéndose en un falso zapatero, donde ni tan siquiera la idea de que así sea funciona, hacía un día soleado,  estupendo para salir a dar un paseo, cosa imposible, ahora era mi cuerpo el que seguía durmiendo. Eso de pasar la noche en vela persiguiendo a un mosquito, es malo para el descanso.

Shitttt, silencio, que nadie se mueva, se acaba de posar sobre la hoja en blanco... Silencio... ¡Plasssss! Una mancha de sangre roja acaba de manchar la dichosa hoja en blanco. En el centro el charco con sus andas hacia la orilla, el resto de la sangre formando como rayos en los laterales, como si fueran los rayos del sol, pero en rojo encarnado.

y... ¿Ahora cómo lo hago para escribir en la única hoja que tenía en blanco? Sin papel me he quedado.

Toni Oliver