De tanto escribir
De tanto escribir en estado de somnolencia, al repasar todo lo escrito, hubo un momento que nada entendía, me puse a tachar parte del estropicio. Seguía sin entender nada, por lo que opté por borrar todo, esperar al día siguiente estando algo más despierto... Se conoce que la escritura en modo automático en estado de somnolencia no me funciona.
Al despertar, me propuse intentar escribir de nuevo lo adicto que me había vuelto al café, sin éste no funcionan mis pocas neuronas, necesitan su proceso particular para despertarse, disociadas del resto de las células del cuerpo.
La hoja en blanco continuaba de este color, ni una gota de tinta caída del cielo la emborronaba, ni tan siquiera eso para poder hacer un simple garabato con las yemas de los dedos.
Miré por la ventana, mejor dicho, por el mal llamado balcón donde ni me caben ni los zapatos, tan es así que si intentos colocarlos no me cierran las puertas, convirtiéndose en un falso zapatero, donde ni tan siquiera la idea de que así sea funciona, hacía un día soleado, estupendo para salir a dar un paseo, cosa imposible, ahora era mi cuerpo el que seguía durmiendo. Eso de pasar la noche en vela persiguiendo a un mosquito, es malo para el descanso.
Shitttt, silencio, que nadie se mueva, se acaba de posar sobre la hoja en blanco... Silencio... ¡Plasssss! Una mancha de sangre roja acaba de manchar la dichosa hoja en blanco. En el centro el charco con sus andas hacia la orilla, el resto de la sangre formando como rayos en los laterales, como si fueran los rayos del sol, pero en rojo encarnado.
y... ¿Ahora cómo lo hago para escribir en la única hoja que tenía en blanco? Sin papel me he quedado.
Toni Oliver