Pensativo
Pensativo, más bien melancólico, mientras pienso en ti, en mi vida desesperada, tras esa despedida, sin mediar palabra, sólo un portazo que sonó a trueno en una noche de tormenta, sin relámpago que me iluminara.
Decidí salir a pasear bajo la luna, para ver si mi mente se aclaraba, estaba la luna llena mirándome, yo sentado en la playa, escuchando el vaivén de las olas, ellas calmas, acariciando la arena.
Al verlas, de las tuyas me acordaba, así suaves, con esa piel de terciopelo que mis manos hallaban al acariciarte, muestra piel se erizaba.
Encendí un cigarrillo, tiempo ha que no fumaba, al expulsar el humo, me traicionaba, tus formas me enseñaba, como si salieras de la lámpara de Aladino, mil posturas tomabas, la luna lo iluminaba, al humo, haciendo que mi mente te imaginara desnuda, aquellos días en esa playa, revolcándonos sobre la arena, más bien rebozados, para acabar a las tantas de la madrugada, bajo esa luz de luna llena, acabando con un buen baño en las oscuridad antes del alba.
Abrazados, viendo el amanecer, el sol tomando esos colores colorados,hasta tomar el amarillo deslumbrante,volviendo a aportar el calor de ese verano, aunque nuestros corazones estaban más ardientes que sus propios rayos.
Encendí otro cigarro, otra vez la traición del humo, me recordaba tu cuerpo en la cama, cuando los vecinos se quejaban de los gemidos, los tuyos, los de la cama, ya viejita que no nos aguantaba, pero resistía los embates de la pasión asilvestrada. Seguro que era por la resistencia que le aportaron los años de uso, muchos más que los que mi vida, por el momento contaba.
Una nota al abrir la puerta, no sé si en tono de humor o cabreo en forma de sátira “Si van a montar la orgía cada noche, avisen, y montamos la orquesta a coro, con una gran orgía entre todos”. Simples avatares de un hotel en la playa.
Desde la playa, viendo el amanecer, esta vez ya no es el humo, son las nubes que me recuerdan tus formas, simulando tus movimientos tan eróticos que tanto me excitan, pero besándote con el ardiente sol, traición calculada, ante mis ojos. Mi cabeza un día de estos me mata.
Vacía la caja de cigarrillos, dolor de garganta, el tractor de la limpieza casi me aplasta, suerte que el tractorista tiene buena vista, frenando a tiempo antes de pasarme por encima, pasándome por la criba al igual que la arena.
Del susto ya no sabía ni lo que estaba haciendo en la playa, quizás la cara algo demacrada por alguna de las caprichosas lágrimas que la surcaron durante esa noche, con mi mente alborotada.
Toni Oliver