viernes, 3 de noviembre de 2023

En un jardín

En un jardín

En un jardín de rosas
de la más bella me enamoré
al ir a cogerla
con sus espina me pinché.

Corría la sangre
roja como la misma rosa
saliendo gota a gota
cayendo sobre ella.

Para olerla me acerqué
con su perfume me emborraché
la rosa se quedó en el rosal
bajo el dormido me quedé.

Desperté con la luz de la luna
iluminando la rosa
la sangre sobre sus pétalos
su influjo, reflejos dorados.

La seguí observando
silentes ambos
arañado por las espinas que no veo
pero siento hasta su desgarro.

Una sonrisa en los labios
al besarla en la oscuridad
bajo la luz de las estrellas
impregnado por el rocío.

Sin saber si ese rocío eran sus lágrimas
o las mías que se habían juntado
al salir el sol como diamantes brillaban
esas gotas que nos decoraban.

Decidí no cortar esa rosa
querer, desear no es lo mismo que amar
el que la quiere la corta
el que la ama la dejar ser, tal cual, sin matarla.

Cada día la observaba
la regaba, acariciaba, besaba
más bella se tornaba
ya me daba igual si me pinchaba.

Un día, poco a poco se marchitaba
aún así bella seguía
tras la lluvia un charco
en el charco mi cara.

También se marchitaba
la sonrisa en los labios seguía
a sabiendas que nuestro turno se pasaba
había que dejar paso a una nueva vida.

Se quedó en la silente historia
no contada ni publicada
dos rosas marchitas
al suelo caían...

Ya en lo etéreo
nuestras sonrisas seguían
los pinchos ya no pinchaban
acariciaban, la piel se eriza.

Pasa el tiempo
el jardín brota de nuevo
con más fuerza, más vida
vuelve la belleza, todo brilla.

Toni Oliver



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