La sabiduría de los abuelos
Me acuerdo, tiempo ha, pasaba los veranos con los abuelos, ellos nunca tenían prisa, iban a su ritmo, me enseñaban con calma los detalles que normalmente no vemos, desde el cómo crece una planta, el nacimiento de un animal, como mirar la hora con un palo, su sombra en relación con el sol, ese cielo lleno de estrellas, que ahora en las ciudades ya no se ve, esas estrellas fugaces lanzadas en picado hacia la tierra hasta desaparecer entre la nada, sobre todo, vivir en calma, sin prisas, esa paz... No tenían problemas con sus arrugas en la cara, ni en las manos, ni con el resto de su piel, sus prioridades eran otras, la subsistencia, sembrar un poco de todo para que ni sus animales ni ellos pasaran hambre, no había lujos, todo era muy simple, aparte del trabajo, que siempre había, también apreciaban una buena charla, no importaba el tema, de muchas cosas se hablaba, pero una sí siempre se hablaba, de su nieto o sus nietos, orgullosos de tenerlos con ellos. Qué tenían problemas, claro que sí, pero se gestionaban de otra manera, tampoco me los pasaban a mi, es decir, no me los contaban, pero como niño observador, si de ello me daba cuenta...
Toni Oliver
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