Sangre el espejo
Se miró al espejo, no veía u rostro, ni su cuerpo, pero si se veía como caían las gotas de sangre de sus invisibles labios recorriendo el espejo hacia abajo del armario, donde gota a gota se formaban dos pequeños charcos. Siguió el reguero con sus ojos, asombrado de que se viera la sangre en el espejo, luego miró a la joven mujer que había tumbada en la cama, en compañera vampiresa convertida por su implacable mordisco, blanca como la nieve, sólo unas gotas esparcidas en su rostro. Muy bella ella, sonriente, quieta...
Toni Oliver

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