Reuniéronse los lobos hambrientos y sanguinarios
Reuniéronse los lobos hambrientos y sanguinarios
a los pies del lecho de muerte del gran Jefe
para seguir saqueando los corrales
necesitaban otro sistema, nueva gente
nuevos disfraces, de corderitos cariñosos.
Decidieron usar un nuevo sistema
si bien era muy viejo
se lo cargaron sus ancestros
colmillos, sangre, a deguello
más de ocho lustros antaño.
Lo llamaron Democracia
muy bonito aparentaba
no parecía una gran farsa
mas si el pueblo de ella no se acordaba
en la escuela no se enseñaba.
Hicieron creer a las gallinas
al resto de los conejos
cerdos, corderos y demás animales de la granja
que ellos votarían a quien les manda
para que los lobos no les atacaran.
Inocentes, incautos, creyeron en su palabra
todos votaron alegres, contentos
por los lobos vestidos de corderos
esos prepararon la granja
con sus beneplácitos y sus enseñanzas.
Mentiras y más mentiras
todo para mantener la farsa
sangre nueva, joven
con la mente ya adiestrada
a obedecer al que manda.
No hubo más huelgas
sembraron el odio en la granja
se repartió el ganado en pequeñas jaulas
mal llamadas “libertad ganadas”
sus mentes, la mejor de las cadenas.
Se vaciaban las jaulas
nadie se enteraba
todos trabajaban para la granja
los lobos, su banquete en la mesa
por los suelos los restos culpando a la masa.
Había algún pequeño revuelo
se les compraba el silencio
poco a poco iban desapareciendo
en las ollas un nuevo asado
acompañados de patatas y picante salsa.
Cada noche, por separado
se les contaba cuentos, todo falso
mentiras y patrañas
sembrando el odio poco a poco
de otros, los líos de cama.
Ya con el sistema montado
de jueces pusieron otros lobos
los perros policías amordazados
no sea que descubran a los lobos disfrazados
y lo esparzan por el sembrado.
Cada vez más lobeznos en la mesa
alimentados con la carnaza de la granja
condenados a ser mandados
en mor de la manada
si no lo hacen, desterrados.
Así llevamos ya años
casi diez lustros, como pasa el tiempo
pensamos que libres estamos
siendo cada día más esclavos
nuestro sudor y sangre en sus platos.
En los nuestros, los del ganado
algo de follaje y alfalfa
el que abre la boca degollado
a veces para calmar la sed de sangre
en vivo asado, luego trinchado.
Las leyes, para el pobre papel mojado
para los ricos nada se ha escrito
para los lobos, alguno van sacrificando
todo sea para defender la manada
no sea que se entere el ganado.
Toni Oliver
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