jueves, 14 de noviembre de 2024

Se escuchó el chirriar de la puerta

Se escuchó sólo el chirriar de la puerta

Se escuchó sólo el chirriar de la puerta, viajas maderas por el tiempo carcomidas, paredes destrozadas, haciendo malabarismos para aguantarse de pie, una encima de la otra, recordando esas guerras, ya olvidadas, jamás contadas. En su interior, infinitas historias, jamás contadas, un piano viejo, un esqueleto aguantando una vieja capa, roída por las ratas, testigos de esas historias. Tenía los dedos paralizados sobre las teclas, como si estuviera tocando.

Cerré los ojos en un pequeño lapsus, mis oídos empezaron a escuchar el piano, un sonido nítido, no quería abrir los ojos, la música era perfecta, hasta movía mi cuerpo, como si no hubiera mañana. En fondo de mis seseras, una especie de Pepito Grillo, quería romper esa maravilla, diciéndome que no puedo bailar con los ojos cerrados sobre los escombros, por otro lado, yo no los notaba,seguí bailando al son de la música, a mi ritmo, seguía sin ver nada, solamente sentía.

Al rato, se escucharon voces, masculinas, femeninas, formando una algarabía tras el telón de mis ojos, me resistía a mirar, aunque no sabía si soñaba o dormía, temía romper esa magia al abrirlos.

Al final, los abrí, el salón estaba completamente lleno, me sentía invisible, como si nadie notara mi presencia, sólo observaba, me acerqué al piano, ahí estaba el esqueleto, su capa, moviéndose sobre las teclas, de su calavera salía una voz profunda cantando al son de la música. Sobre los escombros una pista de baile improvisada, todos bailando, agarrados, unos con arte de bailarín, otros besándose, como en los bailes antiguos, agarrados, mejilla con mejilla, abrazados, jugando con las manos, tanteando a la pareja... Cada vez se les veía más jóvenes, jovenzuelos con la pasión desesperada... Quien sabe todos los pensamientos que ahí se cocinaban, Si fuera Roma, acababa todo en una bacanal romana.

Cerré los ojos de nuevo, se hizo el silencio, la oscuridad reinaba, por donde antes era techo, ahora asomaba sonriente la luna, como si de mi se burlara, un ojo me guiñaba... Salí fuera para mejor verla, la tormenta empezaba, ni luna ni nada, sólo el sonido de la tormenta, con sus rayos, truenos y la lluvia cayendo sobre las ruinas. Me estaba calando la ropa, era verano, pero el agua estaba helada... 

Es hora de volver para casa... Me acabo de acordar que casa ya no me queda, que entré en esas ruinas buscando refugio, algún lugar a cubierto donde pasar la noche... No sé que me pasa, pierdo la memoria, veo cosas raras.

Me estoy volviendo loco o es la propia locura la que me guía haciéndome ver cosas raras, o es el mundo, sus gentes, la vida que todo junto son cosas raras...

Toni Oliver



No hay comentarios:

Publicar un comentario