Me robaron la luna
Me robaron la luna, le taparon el rostro con un saco, la metieron en un camión blindado para que el brillo no fuera derramando por las rendijas de sus puertas gastadas por el uso malvado. Se la llevaron lejos, nadie la ha localizado, las estrellas su brillo han apagado, así si algo se pierde de la luna, su brillo, pronto podrá ser localizado.
Ahora, la noche, cada vez más oscura, aliada con el sol para que al alba siga acostado, sin levantar las pestañas, hasta que la luna se haya hallado.
Entre la silente oscuridad, se escuchan gritos lejanos, con un tono ahogado, difuminado por su viaje por el aire. Cada vez más frío, el reino de las tinieblas la Tierra está gobernando, las eléctricas han dinamitado.
Ejércitos de oscuros soldados, con su taconeo a su paso, sembrando el miedo en esas roturas del silencio nocturno, cuando de lejos se escuchas esos pasos acompasados, se eriza el vello por el pánico.
Respiración silente, no sea que la escuchen y en la puerta se paren esos mandados arrasando con todo lo que hallen a su paso sin miramientos ni respeto para las cosas ni los humanos.
Los pasos pasan de largo, se mantiene, todavía, un poco la respiración hasta reventar respirando a pleno pulmón.
Toda la población pensando y diciendo, la luna tenemos que encontrar, pero nadie da un paso, no se atreven, tienen miedo, pánico. Necesitan alguien que les levante el ánimo, de paso que rompa las filas de esos soldados guardianes del reino de las tinieblas. Nadie es capaz de afrontarlo.
Mientras, la luna llorando con desespero, encerrada en ese camión blindado, en su cabeza un saco, pensando en la autodestrucción, también en que su presencia es necesaria, alimento de poetas, gobernadora de las mareas, animadora de enamorados, muchas cosas más que enumero, pero por su cabeza van pasando.
El sol, ya cabreado, rompe la alianza con las estrellas, no soporta estar sin la luna, aunque su condena sea estar separados, pero de vez en cuando, sí se ven aunque sea en la lejanía, mientras una se levanta y el se acuesta, o al alba mientras la luna tras las montañas desaparece, breves momentos de dos enamorados a sabiendas que juntos jamás podrán estar, pero sí, verse de vez en cuando.
Sale con toda su fuerza, achicharrando todo lo que pilla a su paso, da igual si es acero o piedra, tiene que acabar con el reino de las tinieblas hasta que la luna aparezca.
Ya, no sé con cuantos grados, de mantequilla se vuelve el camión celda, blindado, dejando que se escape la luna hacia el cielo... Sonríe el sol, un ojo le guiña la luna, ambos, un beso al aire se están enviando...
Toni Oliver
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