Me senté
Me senté a la orilla del mar
allá donde sube la marea
quería sentir como me acariciaba
esa agua que va y viene sin penas.
Sentir, oler su sabor a sal
cada centímetro recorría
de mi cuerpo, mientras lo humedecía
mi locura no se entendía.
Un ser extraño me llamaban
quizás sí, quizás no, lo fuera
en un mundo de absurda locura
así se me iban las penas.
En la orilla, la de tierra seca
la gente chismorreaba
en sus manos, cervezas
en sus bocas bífidas lenguas.
Y yo, con el agua por las rodillas
pantalones arremangados hasta ellas
del cuello colgando las sandalias
en mi mano la silla mojada.
El sol poniéndose a mi espalda
si lo miro todavía me ciega
rojo el cielo se torna
algunas mentes sin vida propia.
Sí, de esas que de su casa no saben nada
les encanta lo de las ajenas
cinco les cuentan
cinco mil salen de su lengua.
Toni Oliver
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