Ese día en que te vi
Ese día en que te vi
se me llenó el estómago
de impacientes mariposas
mi mente de ideas, planes
para hace millones de cosas.
Pero no, tú,
ni me devolviste la mirada
me ignoraste como a un perro callejero
lleno de pulgas y sarna
hambriento y sediento.
Sediento de tu amor
hambriento de tus besos
esas caricias, esas manos
esos dedos perversos
o no, a veces tan tiernos.
Pasaba el tiempo
ignorado seguía
en mi procesión del calvario
mil latigazos en el sendero
dados por mis pensamientos.
No me pesaba la cruz
más bien esas mariposas ignoradas
encarceladas en una mente
que al verte se enamoraba
tu desprecio, la lanza que atravesó mi pecho.
Tras derramar esa sangre
salían las mariposas con su vuelo
ya libres, pero tristes
hubieran preferido el mutuo juego
simples, compartidos sentimientos.
Toni Oliver
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