Se ven todavía
Se ven todavía
algunas manos arrugadas
castigadas por las inclemencias
día tras día, cotidianas.
Manos por el sol quemadas
por el frío agrietadas
por la tierra marcadas
en ellas sus durezas.
Durezas que se abrían
dejando la carne vista
grandes surcos, como labradas
pero sólo el dolor en ellas se sembraba.
Una máquina de coser vieja
con esas manos desfiguradas
ambos de la misma edad
trabajando como si nada.
Ahora aparecen las manos blancas
de pura porcelana, delicadas
sopla el aire, las deja quebradas
cambia el viendo, quedan desfiguradas.
Del dolor se quejan
que las pobres han quedado manchadas
un poco de sol quedan coloradas
vomitan si tocan la tierra.
Se contaminan con nada
no resisten las inclemencias
ni los embates del viento de madrugada
se quiebran con sólo mirarlas.
De mas manos arrugadas
de las mil y una batallas
pasamos a las inservibles manos blancas
delicadas si salen del cristal de su campana.
Toni Oliver
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