Tras desaparecer la nube roja
Tras desaparecer la nube roja
donde las musas se alojaban
apareció el sol radiante
mientras ellas me abandonaban.
En su adiós, con el viento a su favor
se fueron alejando, poco a poco
justo con un poco de tiempo
para decirme, descansa un rato.
Ya estaba la luna
en la oscuridad de la noche
coreándole las estrellas
su mítica belleza.
Salí de mi cueva
a ver si la encontraba
escondida ya estaba
tras las montañas.
Amaneció una fresca brisa
mientras el sol se levantaba
desperezándose al alma
en el mar brillaba.
Azul el mar son sus reflejos
un largo pasillo como camino
hasta el horizonte, donde el sol
éste bailaba con el vaho de la calor.
A lo lejos se veían los delfines
al son de la música, con su baile
acompañando al sol en este desmadre
la nube roja le ha dejado para el arrastre.
Toni Oliver
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