martes, 3 de diciembre de 2024

Me centré en el inexistente tiempo

Me centré en el inexistente tiempo

Me centré en el inexistente tiempo
lo borré de mis pasos
ni su sombra quedó
centrándome en ese instante preciso
sintiéndolo precioso
ni bueno ni malo, todo lo contrario.

Me centré en el absurdo
inventado por los humanos
mentiras, teatro
creencias inculcadas con embudo
haciéndolas tragar a palos
todo lo borré con la goma de bolígrafo.

Ya sé que dejan agujero
mejor provocar el vacío
para que quepa lo nuevo
ese mundo oculto para el pueblo
donde nada es lo que es, un simple cuento
contado desde los tiempos de los tiempos.

Mi vida dio un gran vuelco
paz, tranquilidad, equilibrio
explorando un vacío que es el todo
que todos somos uno con el todo
que Dios es uno mismo
al igual que cada partícula que hay en todo.

Arriba, abajo
sin gravedad es imposible distinguirlo
lo que es arriba es abajo
cada día más lío, más confusión
llegando a la conclusión
nada es absoluto, todo es relativo.

Energía somos
en distinta vibración
todo lo demás, pura ilusión
para unos ojos humanos
que no saben ver con el corazón
ni entienden de eso tan raro, AMOR.

Toni Oliver



Pensamientos filosóficos a cualquier hora del día o de la noche. 03/12/2024

Pensamientos filosóficos a cualquier hora del día o de la noche. 03/12/2024

Un maestro me contó una pregunta que le hizo un niño.
“Un niño, hace poco me preguntó, para qué vivimos? Para ir al instituto, para seguir estudiando, para trabajar, para seguir unas reglas que no son mías? Es esto la vida? “ Un niño!!!!!!! 
A lo que le respondí
"En el fondo vivimos para aprender de cada paso, sumar experiencias, mirarnos al espejo de los demás, ellos nos dicen, con los hechos que les percibimos, cuáles son nuestras virtudes y defectos, luego lo aceptamos, después, arreglamos nuestros defectos para ser mejores cada día, no es una competición, como nos hacen creer, es una lucha con uno mismo. No sirve conformarse, si así lo haces, la misma vida de saca de esa zona de confort y te hace seguir andando para que avances".
Hay que mirar mucho hacia adentro, no hacia el exterior, éste es un simple escenario, y en este tenemos todos los papeles, somos el escritor, el apuntador, el actor, incluso el que mueve los decorados, y también somos el espectador.
Las reglas: Vivimos en este escenario, difícil cambiarlo, no podemos aislarnos en una cueva en la montaña, que sería lo ideal, pero hay más actores, o nos movemos, o nos mueven.
no nos queda más remedio que seguir en este escenario, pero... Tampoco hay que seguir todas las normas ni reglas, son un absurdo, y más ahora que se ponen sin ton ni son, sólo a conveniencia de los que mandan de facto, no de Derecho.
Pero sí hay una cosa que se puede hacer. Eso es vivir de acorde a tus pensamientos, eso sí, seguimos en una sociedad que nos marca y nos sigue a todos lados.
Nacemos, ya nos inculcan una religión, un equipo, un deporte, nos ponen un número, como a los presos, pero esa prisión es de por vida, nos enseñan no a "VIVIR", nos enseñan a ser esclavos del sistema. No quieren que veamos que es lo que hay tras las paredes del camino, si vemos lo que hay al otro lado, nos damos cuenta de que ahí no hay muros, sólo los que nosotros pongamos a nuestra mente. Es la libertad, pero tiene su precio, ahí estás "SÓLO", con todos sus inconvenientes, pero también, esa enorme "LIBERTAD". Sentirte tú mismo, no una copia, no un clon.

Toni Oliver



lunes, 2 de diciembre de 2024

El loro se convirtió en pirata

El loro se convirtió en pirata

El loro se convirtió en pirata, la pata de palo del capitán es su barco, todo ello tras el fallido desembarco al chocar la nao contra las rocas de los acantilados, en un lugar lejano, desconocido por los tripulantes. Único superviviente, el loro y la pata de palo. Ambos seguían navegando por los mares ignotos de un mar olvidado. El loro, convertido en el capitán de su Nao Pata de Palo, seguía atacando a los barcos que cerca con él se cruzaban, robando la comida, con el desconcierto de los demás piratas...

Toni Oliver



Navidad, ese invento

Navidad, ese invento

Recorría, tiempo ha, la Navidad, la familia junta en una mesa, unas mejor guarnecidas de buenos manjares, otras, estos brillaban por su ausencia. Lo más importantes, los niños jugaban con alegría, fuera pobre o rica la familia, ésta, la familia, casi siempre acabando en discusiones fatales, por la falta de respeto hacia los pensamientos o hechos ajenos, no concordantes con las ideas preconcebidas, inculcadas a través de los tiempos. Los niños, si por un lado felices, de discusiones no entendían.

Toni Oliver



domingo, 1 de diciembre de 2024

Recuerdos de la niñez

Recuerdos de la niñez

La estación del tren y sus máquinas de vapor. 
Me retrotrae al tiempo en que iba corriendo a la estación del tren, lo veías llegar desde lejos por el humo que iba soltando, hasta llegar a la estación y colocarse debajo del enorme depósito de agua que había al lado de las vías. Un depósito que al final del tubo movible, tenía una gran goma de cámara de camión que se colocaba en la entrada del depósito que tenía la máquina... El ayudante del maquinista, haciendo de fogonero echando de nuevo carbón a la caldera para que pudiera arrancar... Hasta que escuchabas el sonido del pito indicando su marcha. 

Antes de iniciarla, se veía la gente correr para subir al tren, con sus maletas, sus prisas, gente bien vestida, denotando el estatus pudiente, otras, con los harapos que les quedaban, no daba para más, estos últimos subían a los vagones más simples, los segundos a los de primera clase, un poco mejor decorados.

En cuanto a los primeros, tenían hasta bar, si el viaje era de largo recorrido, hasta restaurantes.
En los segundos, la mayoría de gente llevaba su comida, unos bocadillos hechos, los otros, hasta con sus jaulas, sus gallinas y otros animales. También, una gran humildad y generosidad. Cuando habrías las cestas de la comida, no les importaba repartir y compartir con el resto de pasajeros, todos eran como hermanos. Si no tenías de comer o te veían un poco famélico, no te faltaba comida, mejor o peor, sea como fuera, siempre se ofrecía de corazón. Curiosamente, si alguno pasaba por los vagones de primera clase, muchas veces faltaba esa humildad y generosidad, se les miraba con desprecio, como si fueran seres infectados de una enfermedad llamada “pobreza”.

La antigua España, después de tantos años, también la presente, aunque la maquinaria de los trenes sean algo mejores y más veloces.

Toni Oliver

Imagen de Texeiro