Ordenó el gobernante
Ordenó el gobernante
quemar los libros,
cerrar las escuelas.
Se alegraron los estudiantes
esos que estudiar no les gustaba
mientras, aumentaba la ignorancia.
Se acabó el pensar
se acostumbraron a obedecer, sin rechistar
bajó el precio del alcohol
para que se pudieran emborrachar.
Contento el pueblo, un tiempo
el hambre fue llegando
comida a cuentagotas
para quien no esté trabajando.
Trabajos a pico y pala
de sol a sol, camisa pegada
hecha jirones, vieja, estropeada
el alcohol y la fiesta cada noche llegaba.
Cambió la historia
el gobernante de traje y corbata
mirada oscura, sin alma.
En la nueva historia
él, solo, salvó al mundo
de los males de los humanos.
Quedando como un héroe
por todos alabado, loado
todas las noches de fiesta para celebrarlo.
¿Qué queda del pueblo?
Esa gente a la que ha esclavizado
eliminando a sus ancestros
alabando la ignorancia.
Como muertos vivientes
moviéndose sin pensamientos.
¡Viva la juerga presente!
Todo lo demás es un cuento.
Toni Oliver
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