lunes, 24 de junio de 2024

Abre fácil

Abre fácil

Dedicado a los inventores de esos inventos, engañabobos, en los que uno se desespera sin encontrar la solución a un imposible.

Acabo de intentar tomarme un café con leche, una hora para abrir el bote de leche, al final, después de las quinientas mil vueltas he conseguido que se desenrosque, pero se ha quedado enganchado el tapón a la botella. Hasta ahí, casi con el desespero de irme al bar a pedirme uno, intento cerrar el bote, se enganchan los dientes que le han puesto, peor que si metieras la mano en la boca de un tiburón cabreado. Otra hora y quinientas mil vueltas más para conseguir volver a tapar el bote. El café ya se ha enfriado, vuelta a poner al fuego, me paciencia, os aseguro que he intentado buscarla, se ha lanzado por el balcón cinco pisos más abajo... Pobre camión, ha quedado destrozado. Ha llegado la grúa y no ha encontrado donde engancharlo, el enganche fácil, ese tan fácil, no deja enganchar los cables para que la grúa se lo lleve... ¡Es todo tan fácil!

El camionero, ante tal desesperación, hambre le ha entrado, poco tiempo le queda, así que va a un sitio esos donde sirven “OCNIS” (objetos comestibles no identificados), pide una hamburguesa con patatas, intenta poner mostaza a la ( eso que dicen que es) carne. Agarra el paquetito de mostaza, dicen que es abre fácil, observa por todos lados como se abre, imposible, intenta con los dientes, le salta el poco contenido por toda la ropa, era blanca, ahora ya es de color mostaza. Ya más cabreado y más hambriento que un león sin comida en una jaula, intenta con el ketsup para las patatas... Repite la operación, el contenido en toda la cara le ha quedado. Ya desesperado, intenta comer la hamburguesa, cogiéndola con las dos manos para que no se escape, al primer bocado salta como una rana, cayendo sobre el tocado de la cabeza de la dama que estaba con sus nietos esperando que la sirvieran, los nietos revolcándose por los suelos con sus risas, la señora totalmente enfadada, acababa de salir de la peluquería. Pide un agua para beber un trago y limpiarse, se la traen, junto con un rollo de papel.

Pobre dama, intenta abrir la botella, con su tapón de abre fácil, intenta desenroscarlo, se le escapa la botella, de cristal, todo el suelo lleno de agua y cascotes de cristal, un señor que por ahí pasaba, ajeno a tales hechos, resbala, cayéndose por el suelo, montándose el pánico en el vuelo, tropezando en el aterrizaje con varias mesas, todo el contenido por los los suelos, al intentar levantarse de sus sillas sus ocupantes, aterrizan sobre el señor que anteriormente se había caído, clavándose todos los cristales del suelo.

La sangre, escandalosa ella, mezclada con todos los ingredientes en el suelo habidos alarma al resto de comensales, unos intentando ayudar, otros escapando del lugar, como si un gran terremoto hubiera ocurrido.

Alguien ha llamado a la policía y a las ambulancias. Sonido de sirenas en doquier, rompiendo los tímpanos de los oídos a los ya maltrechos comensales.

Ante tal desastre, as u llegada, prefieren, por seguridad, llamar a los bomberos para que adecenten un poco el local, así poder atender a los heridos...

El resto lo dejo a la imaginación de cada uno. No sé si reírme o llorar.

Toni Oliver

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