¡Qué maravilla!
¡Qué maravilla!
Al abrir lo ojos por la mañana
sentir que arde la brisa
tu cuerpo entre las flamas
de un verano recién estrenado
niño juguetón con juguetes nuevos
en sus manos un lanzallamas
que calienta mi mente y nuestros cuerpos.
Se ven desde el suelo
invisibles llamas, como de plasma
elevándose a los cielos
formando las curvas de tu cuerpo
bellas, siempre bellas
armónicas, como si de música se tratara
suenan las notas para la vista
como si estuviera borracha.
De pronto, danzan y danzan
en un escenario invisible
como esas nubes caprichosas
que se separan de la masa
cada uno por su lado
donde el corazón, ese loco, lleve
no importa el rumbo ni el destino
el cuerpo locamente se mueve.
Ahora, yo, mi mente danzando
mis ojos admirando ese cuerpos
hasta que las chiribitas los van cegando
imaginando, quien sabe qué, están majaras
o dándose una vuelta por los fuegos del infierno
tal vez por ese falso cielo
o en la caverna de las fantasías
o la otra, la de los deseos.
Toni Oliver
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