Suena el teléfono
Suena el teléfono, en el otro lado una voz que me dice ¡Tienes que venir a trabajar!
No entiendo el como ni el porqué no pude decir que no y voy.
Al llegar me dice el jefe, ponte a llenar este espejo de fiambres para poner en el bufe, miro que decoración le pongo, voy a la cámara a por lo que encuentre y decorarlo, no encuentro casi nada, con lo poco que hay preparo algo de decoración. Coloco un poco de fiambre, algo de carne asada cortada, voy a por algo más, al volver no encuentro nada, ni espejo, ni fiambre, ni carne, nada.
Había desaparecido. Pregunto, nadie sabe nada, mi cabeza se empieza a intrigar, a dar vueltas, veo unas cuantas bandejas de fiambre cortado, pregunto para que son, nadie me contesta, es como si nadie me hubiera escuchado.
Conocía a casi todos los miembros de la brigada, había alguno nuevo. Le pregunto ¿Cómo te llamas? “A ti que te importa” me contesta. Todo parecía bastante raro, pasa otro compañero que sí le conocía y me pregunta ¿A mi me conoces? Ya con sarcasmo y broma le contesto que no y se va. Sigo sin encontrar el espejo ni el fiambre, empiezo a preguntarme que hago yo trabajando con lo bien que estoy jubilado, como he aceptado el ir a trabajar, mil preguntas pasan por mi cabeza. Los compañeros son los que he tenido en los hoteles en que he trabajado, la cocina del hotel donde había estado de jefe, pero el jefe era otro que anteriormente había tenido en otro hotel.
Me encuentro otra vez con mi ex jefe, ahora jefe y me dice, “vamos a tomar café”, curiosamente ni a mi ni a él parece que nos vea nadie le sigo, me pasa un cortado, cuando normalmente tomo café con leche, el se prepara un café solo, mientras lo está preparando, abro los ojos, todo oscuro, un frío que pela, las piernas ardiendo... ¡Joder, era todo un sueño! Vuelvo a ser un jubilado, ahora ya más tranquilo. Espero que ni se les ocurra volverme a llamar para trabajar, uno ya no está para estos trotes...
Toni Oliver
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