Dos cuerpos colgando
Dos cuerpos colgando, del alto techo, juntos atados con los pies al cielo mirando. Juntas las manos y los brazos, una gota de sangre por ellos va bajando. Baja a velocidad lenta, casi detenida en el tiempo y en su viaje hasta caer en el viejo plato de bronce, casi a ras del suelo, colgado de los mismos brazos.
Suena un enorme estruendo, como el sonido de una campana golpeada por su badajo, en la inmensa sala retumba por todos lados, repitiéndose una y otra vez, calando en el cerebro de quien todo lo ha montado.
El el fondo de la gran sala, sentado en posición flor de loto, observando la escena. Gota tras gota, se le acelera el corazón, se ciega la mente por el placer del sonido, el de la tibia sangre. El olor le excita, los colmillos van creciendo cada vez más y más, se transforma en vampiro con sed de sangre y más.
Baña en el rojo líquido, sus labios, su cara, por todo su cuerpo la esparce, mirando hacia arriba esperando la siguiente gota del elixir vivificante.
En el techo dos cuerpos entregando su vida, su sangre.
Toni Oliver
02/02/2017
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