Abrir los ojos
Abrir los ojos
después de la siesta
ese perfume que entra por la ventana
a café recién salido de la cafetera.
La ligera brisa
lo introduce por la nariz
hasta los pulmones
penetrando hasta el alma.
Salgo a la calle
esa del barrio antiguo
donde todavía se siente como pueblo
sus casas antiguas de planta baja.
El antiguo bar
abriendo las puertas
con su chirriar familiar
dentro, su perfume a cazalla.
Un negro y ardiente café
saliendo de la cafetera
espumoso, de color marrón
y su alma completamente negra.
Fuego ardiente
despertando la cabeza somnolienta
el cuerpo recupera su fuerza
perdida por el amor a la almohada.
La calle, silente
sólo el sonido del golpear
de las tazas contra los platos
las cucharitas removiendo en la taza.
Poco a poco
el perfume de café
va llenando la estancia
mezclándose con la cazalla y el ron.
La moneda sobre la barra
su sonido acelera la tarde
el ardiente sol de la calle
con un hasta luego si se tercia.
Toni Oliver
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