Acariciaba el aire del abanico
Acariciaba el aire del abanico
asesinando el calor del verano
pero sólo a ratos, a ratos
entre el aire se respiraban recuerdos
la luna llena se reflejaba en pleno rostro
en aquellos ojos oscuros
como el azabache, muy negros.
Al cerrarlos, se sentía segura
aparecían los sueños censurados
pasaban, como una película, a todo ritmo
una sonrisa aparecía de ven en cuando
en sus labios recién pintados
mostrando esos dientes blancos
de entre la nada aparecidos.
Volvían los sueños
aquél baile con ese chico guapo
donde sin palabras, sólo con la mirada
se contaban miles de diálogos
sopló fuerte el viento
las velas se apagaron
ella con su fino y verde chal...
Abrigó sus cabezas
juntando los labios deseosos
de esos besos robados
entre las ganas, la incertidumbre
encendía la pasión
que no recordaban sus cerebros
la de dos jóvenes, sin conocerse enamorados.
Seguía el abanico
movimientos uniformes, automáticos
seguía la sonrisa en sus labios
hasta su rostro, como la luna, brillando
como un diamante bien iluminado
deslumbrando los ojos
de quien estuviera mirando.
Toni Oliver
Imagen de Frank Sastre y Asunción González.
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